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Fuente: RBS Six Nations |
La noche es cerrada en Edimburgo, donde
dos horas antes el Seis Naciones se ha despedido de la capital escocesa un año
más. Sin embargo, la expedición irlandesa en las gradas de Murrayfield no se ha
movido de su asiento, pendiente de lo que sucede en Londres. Allí, Inglaterra
vence a Francia ‘sólo’ de veinte puntos. Está a un ensayo de conseguir la
diferencia necesaria para arrebatar el Seis Naciones de las manos de Irlanda.
Cuando el árbitro decreta el final, una explosión de alegría se apodera del
estadio. El trofeo reposará un año más en Dublín. Minutos después, los
jugadores irlandeses salen una vez más a Murrayfield, esta vez trajeados, para
celebrar su triunfo en una memorable última jornada. Donde ahora gritan y
bailan, los muchachos del trébol se han impuesto a Escocia (10-40), pero
también a Gales, cuya victoria sobre Italia resultó insuficiente (20-61), y
finalmente a una heroica Inglaterra, que pese a avasallar a Francia no logró
completar la gesta (55-35). Las tres batallas del sábado dejan un saldo
demoledor para las defensas: 27 ensayos y 221 puntos en algo más de seis horas
de rugby que han coronado al rey de Europa.
Paradójicamente, en medio de esa
efervescencia de ensayos, Irlanda, el favorito con menos puntos y ensayos
conseguidos, acaba imponiendo, calculadora en mano, su sangre fría. Hace tiempo
ya que la dama de la isla esmeralda abandonó sus maneras ingenuas y generosas.
Este equipo no sale al campo a ganar, lo hace para conquistar Europa y todo lo
que se ponga por delante. Y 2015 es año de Mundial. Este Seis Naciones es la
última guerra antes de un campeonato que, al igual que esta edición, se
decidirá en Twickenham. Será el 31 de octubre. Pero esa historia está aún por suceder.
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Fuente: RBS Six Nations |
La de ahora, la que toca contar, es la de
la edición número 121 de una de las competiciones más antiguas y respetadas del
deporte. La que coronó a Irlanda por segundo año consecutivo, la que comenzó en
Cardiff un 6 de febrero para acabar cuarenta y tres días después en Londres, y
que tuvo a Inglaterra como gran derrotada a pesar de vencer esta en las dos
batallas que dieron principio y fin a la guerra. Esta es su historia.
Inglaterra incendia el Millenium
Cardiff, viernes 6 de febrero de 2015. 21.05
horas*. Tras aguardar una espera que debe parecer eterna, los jugadores que
saltan al césped del Millenium son cegados por una intensa luz blanca. El
estadio respira un ambiente eléctrico, multiplicado exponencialmente por el
intenso espectáculo de luces y fuegos que alumbra la noche de Cardiff. Los que
salen a luchar son los gladiadores del siglo XXI.
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Fuente: RBS Six Nations |
Honrando a sus seguidores, Gales se vuelca
en la lucha. Con el marcador estrenado por su pateador Halfpenny (3-0), el
número 8 de los dragones Talupe Faletau rescata el oval de una melé a cinco
metros de marca y escapa buscando un hueco en la defensa inglesa. Cuando parece
haber sido neutralizado, consigue descargar en Webb. El ensayo está servido (10-0). Inglaterra no duda, pues la salida
enfervorecida de Gales estaba en el guión. Al rato se planta en territorio
galés y encuentra
al joven Watson, uno de los chicos de Bath con los que el
seleccionador inglés Stuart Lancaster quiere incendiar este Seis Naciones
(10-5). La réplica del XV de la Rosa no sienta bien a los de casa, que ponen
tierra de por medio con dos patadas lejanas, una de ellas un estratosférico drop de su apertura Dan Biggar, para marchar más holgados al descanso (16-8).
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Fuente: RBS Six Nations |
Tras el receso, Inglaterra se apropia del
partido. Otro de los bailarines de Bath, Jonathan Joseph, regala su carta de
presentación en el torneo y hace el
segundo ensayo inglés (16-15). A Gales sólo le queda contener la ofensiva
inglesa, que no cesa ni aun poniéndose Inglaterra por delante con un golpe
transformado por George Ford (16-18). El anulado de un ensayo de los ingleses a
pocos minutos del final obliga a Inglaterra a replegarse. Desde la defensa
provocan el último error de Gales y dan a Ford la posibilidad de culminar la
remontada. El apertura
inglés no falla (16-21) y nadie parece acordarse de Owen
Farrell, ausencia obligada durante todo el torneo por lesión. El Millenium ruge,
pero son los ingleses los que celebran la toma del castillo galés. El dragón ha
caído, proclaman. San Jorge, Saint George Ford, lo abatió. Simplemente ha sido
un estallido. La primera batalla de una guerra que acaba de comenzar.
Al día siguiente, Roma recibe al campeón.
Irlanda defiende el título conquistado el pasado año, por primera vez sin su ‘eterno’
gran capitán Brian O’Driscoll, retirado. El hombre llamado a sucederle,
Jonathan Sexton, se recupera de un fuerte traumatismo en la cabeza y opta por
no precipitar su vuelta. No es la única lesión que aqueja al Trébol, que sale a
jugar sin lucir sus mejores galas. Con menos lustre del que podía esperarse,
Irlanda se deshace de Italia, finiquitando el duelo con dos ensayos en apenas
dos minutos en la recta final, cuando contaba con una superioridad numérica por
expulsión de un rival (3-26).
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Fuente: RBS Six Nations |
Menos lucido aún es el estreno de Francia,
que evalúa en Saint Denis los progresos de una renovada Escocia. La mejora de
los del Cardo es evidente, en contraste con la estancada apuesta de los galos,
que dieron la espalda al juego hace años y se preguntan ahora cómo los vientos
no les favorecen. Los escoceses consiguen ensayar antes del descanso, pero el
poste repele el oval en la conversión, permitiendo la ventaja bleu al
descanso (9-8). Francia se agarra al pateo de su ‘10’, Camille Lopez, y sigue
sumando de tres en tres para llevarse finalmente el partido (15-8).
Sudor irlandés, sonrisa inglesa
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Fuente: RBS Six Nations |
Seis días después, los franceses se
enfrentan en Dublín a un ejército de obreros que laboran como hormigas para
alimentar a su reina. Esta reina que engrandece la saca de puntos de los suyos
es Jonathan Sexton, el flamante apertura del campeón. Si Irlanda presume de
Sexton, Francia lo hace de su centro Bastareaud, un trescuartos con
planta de pilier que no construye; aplasta. Emblema de esta nueva Francia, que
recela del sabor dulce y que es tan dura como para masticar piedras, el búfalo
sale al encuentro del apertura rival. Al igual que ya hiciera el año pasado, Bastareaud
embiste, y aunque en esta ocasión no retira a la estrella irlandesa del campo,
su sangre riega el césped del Aviva Stadium.
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Fuente: RBS Six Nations |
Irlanda no se permite concesiones y busca
las cosquillas al contrario. Ha elegido jugar así; les Bleus no dan señales de saber hacerlo de otra manera. La
credencial de los franceses es el tamaño de sus bíceps y pectorales, olvidando
que el músculo más importante del rugby es aquel al que el cráneo protege. Ni
la fuerza bruta les basta para imponerse en la lucha, Irlanda manda. Y cuando
restan diez minutos y la máquina francesa, en un arrebato de nostalgia, comienza
a producir rugby, ya es demasiado tarde. Desabrochan la defensa irlandesa una
vez, pero estos no consienten más a su otrora bestia negra. El duelo es suyo
(18-11). Ahora les toca ajustar cuentas con el enemigo inglés.
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Fuente: RBS Six Nations |
Frente al ceño fruncido y el sudor
irlandés, en Inglaterra la vida es de color de rosa. Ni la tempranera marca de
Parisse en la visita de los azzurri a Twickenham altera la sonrisa con
la que salieron de Cardiff. Los de Lancaster vuelan convencidos que este año sí
es el suyo. El dragón galés no volverá a interponerse en su camino y Francia,
en la última jornada, no es a día de hoy un rival a su altura. En el libro de
ruta se interpone Dubín, pero esta Inglaterra parece tenerle tomada la medida al
rodillo irlandés. Será este año, tiene que serlo. Antes espera Italia, que da
la cara en Londres pero se va con seis ensayos y medio centenar de puntos a
cuestas (47-17). A la fiesta se acaba uniendo el (ahora) ojito derecho de la
afición, Danny Cipriani, por cuyo regreso a la selección tanto clamaron los ingleses.
Con el hijo pródigo de vuelta a casa, Inglaterra ensancha su sonrisa.
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Fuente: RBS Six Nations |
La jornada la cierra la desolación
escocesa, pues tras batirse contra otro de los ‘cocos’ de la competición, su
rosco en el casillero de puntos sigue sin estrenarse. Los dragones de Gales llegaron
a Murrayfield dispuestos a lamerse las heridas sufridas por el enemigo inglés
pero poco volaron en su visita a Edimburgo. Quien sí lo hizo fue el zaguero
local, Stuart Hogg, que enseña a los galeses su dorsal en una espectacular
galopada desde más allá de medio campo sin que ningún oponente pueda tan solo
pensar en echarle el guante (7-3). Los
dragones se desperezan y la montaña de naipes construida por Escocia comienza a
desplomarse poco a poco. El cañonero galés, Leigh Halfpenny, cercena la ventaja
local, que deja de existir cuando Gales ensaya al contragolpe (10-16). Ya en la
segunda mitad, Jonathan Davies traspasa como un cuchillo la defensa escocesa
dejando en papel mojado los intentos de Escocia por remontar (16-26). Pero Hogg
no se resigna a su suerte, y en otra maravillosa cabalgada rompe la línea
contraria. El avance escocés es truncado por un peligroso placaje alto, pero el
juez de la contienda sólo aprecia el balón adelantado de los escoceses. A falta
de un minuto, Escocia consigue su merecido segundo ensayo, pero pica el anzuelo
y se enzarza en una estúpida pelea que se come esos valiosos últimos segundos
(23-26). Gales sale con vida de Edimburgo.
This is
Ireland, boys
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Fuente: RBS Six Nations |
Tras dos jornadas disputadas, el torneo va
despejando incógnitas que colocan a cada equipo en la clasificación. Dublín se
prepara para asistir a la primera final del campeonato. Se enfrentan los dos
únicos equipos invictos, Irlanda e Inglaterra, el campeón y el aspirante. La
carrera hacia la gloria del Grand Slam se despejará en el Aviva Stadium. Antes,
la jornada depara otras dos finales. Primero, la de los derrotados Escocia e
Italia; después, la que descartará definitivamente a un potencial aspirante: ni
Francia ni Gales pueden permitirse una nueva derrota si quieren conservar
opciones de triunfo.
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Fuente: RBS Six Nations |
En el duelo por esquivar la Cuchara de
Madera, peculiar reconocimiento al equipo que pierde todos sus partidos,
Escocia domina en Murrayfield a una peleona Italia, que aun así logra llegar
con opciones al final del encuentro. Los del Cardo recuperan el balón a falta
de unos pocos minutos y se disponen a matar el partido. No es así: el pateador
escocés no logra sacar el oval del campo en su despeje e Italia no desaprovecha
el regalo. Consigue llevar el balón hasta las inmediaciones de la marca
escocesa y allí, al igual que habían hecho en su primer ensayo, construyen un maul que, impotentes por no saber
frenarlo, los escoceses derrumban. La infracción es clara: ensayo de castigo
(19-22). La cuchara no será azzurra
este año.
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Fuente: RBS Six Nations |
En Saint-Denis, Francia y Gales presentan
el duelo entre dos cañoneros, Camille Lopez y Leigh Halfpenny. Al igual que ya
sucediera contra Irlanda, el XV del Gallo se ve superado tanto por las
oportunidades con las que cuenta el apertura rival como por la calidad del
pateo de éste. Y al igual que ocurriera dos semanas atrás, sólo empiezan a
jugar cuando la brecha en el marcador es demasiado grande. Dulin consigue
ensayar para los franceses, pero el ‘10’ galés Biggar ya había hecho lo
propio antes para los suyos. Gales vence sin alardes (13-20) y sólo tiene
ojos ya para la visita de Irlanda a Cardiff dentro de dos semanas. En Francia,
hundida en un mar de incógnitas, no se le detecta nada que pueda salvarla de la
mediocridad de luchar con Italia por el cuarto puesto.
Pero el duelo de la jornada está en
Dublín. Allí, los muchachos de O’Connell esperan con ganas a los de Robshaw.
Inglaterra no tendrá opción porque Irlanda es un torbellino. Irlanda es el
brazo de Sexton que se agita furioso tras anotar un golpe de castigo, es la
presión asfixiante de Robbie Henshaw, es O’Brien y también O’Mahony al levantar
a Toner para conquistar el oval en los cielos y castigar la osadía inglesa de
no mirar a palos y buscar el ensayo. Esto es Irlanda. This is Ireland, boys. Cuando Irlanda se coloca nueve puntos por
encima (12-3) a falta de media hora, Inglaterra cree estar frente a un abismo.
Y al cazar
Henshaw un balón que cae del cielo y ensayar, Inglaterra
sabe que está perdida. Si el camino hacia al Mundial pasaba por el Grand Slam,
los ingleses deben buscar otro camino (19-9). Dublín es inexpugnable.
La tarde en la que el campeón cayó
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Fuente: RBS Six Nations |
Tres jornadas después, el centro del
torneo vuelve a Cardiff. Irlanda tiene ante sí la posibilidad de dar un zarpazo
definitivo para hacerse con el torneo y acariciar el que sería tercer Grand
Slam de su historia. El Trébol conquistó el segundo hace
seis años sobre el césped del Millenium. Pero esta
Gales no es la de 2009, que ya había perdido toda opción de victoria cuando O’Gara
firmaba el drop más importante de su
carrera. Esta Gales no es siquiera el equipo que había jugado los anteriores
tres partidos del Seis Naciones. Los dragones han estudiado bien al rival,
saben bien cómo se las gastan los irlandeses y no quieren ser sometidos desde
el primer minuto.
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Fuente: RBS Six Nations |
El Millenium ve a los suyos volar a tumba
abierta, aplicando una presión asfixiante a los irlandeses, que si pudieran
pedirían tiempo muerto. Cuando Sexton tiene la primera oportunidad de abrir
fuego su equipo va perdiendo 12-0. Y no acierta. Irlanda quiere pero no puede,
no encuentra su sitio en el partido. No lo tiene, Gales se ha encargado de
ello. Ni los saques de lateral, punto fuerte de los chicos de O’Connell,
funcionan esta tarde. Tampoco los balones divididos. Presionados, los
irlandeses caen en la precipitación. Les pueden las ganas y fallan. Los dragones
han llevado el partido a un desfiladero y con la ventaja en el marcador, vuelan
sin miedo, aprovechándose de la incomodidad irlandesa. Tras el descanso (15-9),
Irlanda se lanza de cabeza a por ese ensayo que les separa y arrincona a Gales,
pero esta se planta en una trinchera cavada en su ’22’ y no permitirá el paso
de irlandés alguno. En uno de los esfuerzos más memorables en la historia
reciente del rugby, los galeses, y el Millenium con ellos, aguantan
una embestida, sin tregua y sin fin, para evitar el ensayo de los del trébol. El estruendo no puede ser mayor en Cardiff cuando, tras 47 fases de juego,
Irlanda pierde el oval.
Queda mucho partido pero los galeses saben
que el golpe propinado por los locales con esa defensa puede ser letal. Es ahora su
turno. Gales ve desesperación en los ojos de los irlandeses y decide matar el
partido. El destino se ceba cruelmente con Irlanda, que tras marcharse de vacío
tras una ofensiva inacabable, ve cómo, a falta de quince minutos, Scott Wiliams aprovecha una
debilidad en su defensa (20-9). No
será la burla más cruel que el partido les tiene preparada, pues logran
rehacerse del latigazo y tras recortar distancias, en una última acometida
vuelven a poner al dragón contra las cuerdas. Su último esfuerzo sólo le
reporta la decepción de contemplar cómo el partido muere a escasos metros de
marca galesa. El campeón ha caído devorado por su impotencia.
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Fuente: RBS Six Nations |
A Twickenham llegan los ecos de la batalla
de Cardiff. La Calcutta Cup, el trofeo que conmemora aquel partido jugado en la
India entre ingleses y escoceses el día de Navidad de 1872, está a punto de
comenzar. E Inglaterra sabe que puede acabar la jornada como líder. Envalentonada,
exhibe todo su potencial ofensivo, y abre el marcador a los pocos minutos por
medio de Joseph, que lleva tantos ensayos como partidos disputados en el torneo.
La avalancha es tal que parece el preludio de una masacre. Pero la bisoñez de
los ingleses a la hora de definir permite a Escocia salvar las acometidas y no
sólo eso, con un ensayo
de Bennett y dos golpes de Laidlaw, los del Cardo
llegan al descanso con ventaja (10-13). Inglaterra no quiere sorpresas, y su
apertura Ford aleja los fantasmas con un nuevo ensayo apenas iniciada la
reanudación. Y aunque el saldo de puntos no es tan grande como ellos hubieran
deseado, los ingleses acaban líderes la jornada a merced de una nueva combinación
de su línea finalizada por Nowell (25-13).
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Fuente: RBS Six Nations |
El cuarto acto ha dado un vuelco a la
clasificación y sirve en bandeja de plata una espectacular última jornada:
Inglaterra, Irlanda y Gales tiene el mismo número de victorias. El título se
decidirá en una carrera por conseguir la mayor diferencia de puntos posible en
los encuentros disputados consecutivamente en Roma, Edimburgo y Londres. Los
galeses llegan con una renta exigua para hacerse con el torneo (+9) pero acaban
de vencer a Irlanda y jugarse a los puntos una última jornada frente a Italia
no parece mal negocio, por mucho que partas con desventaja. Por su parte, Irlanda
(+33) ha visto sus opciones seriamente mermadas. Su apuesta por vencer por KO
el torneo, derrotando a todos sus oponentes, murió en Cardiff. A los puntos no
es favorita. Sólo ha logrado cuatro ensayos en lo que va de torneo, por once de
los ingleses y cinco de unos galeses que esperan doblar esa cifra en su visita
a Roma. Deberá apostarlo todo en Murrayfield, donde Escocia luchará por evitar
una inmerecida Cuchara de Madera. Y la última palabra la tendrá Inglaterra.
Se dice que si Inglaterra pierde, tres de
cada cuatro personas de las islas se alegran. Inglaterra (+37) es el enemigo
natural de escoceses, galeses e irlandeses. Pero el desafío histórico de los
ingleses no está en Bretaña, sino al otro lado del Canal de la Mancha. Los
franceses no pasan por su mejor momento pero su mejor momento del pasado año
fue frustrar las opciones de victoria a los de Lancaster. El sábado el Gallo no
tiene mejor plan que volver a aguarle la fiesta a Inglaterra en Twickenham.
Porque incluso Francia tiene opciones de victoria en la última jornada, pero
nadie en su sano juicio apostaría a una derrota de todos los aspirantes al
título, empezando por Italia y acabando por la propia Francia. Los dos equipos
continentales se enfrentaron, por cierto, en la cuarta jornada, en lo que viene
siendo de forma habitual el duelo más gris de los quince que se disputan cada
año. El único atisbo de luz fue el que ofrecieron los galos en el primer ensayo del
partido, finalizado por Maestri.
El acto final
Sábado 21 de marzo. Estadio Olímpico,
Roma. 13.30 horas
|
Fuente: RBS Six Nations |
Gales e Italia abren en Roma seis horas de
rugby con el Seis Naciones en juego. Los galeses tienen la tarea de anotar el
máximo de puntos posible, pero antes de abrir diferencias, Halfpenny se encarga
de sofocar los conatos de rebelión por parte de los azzurri. De la diestra del cañonero de Gorseinon llega el primer
ensayo de la tarde, obra del gigante Jamie Roberts (11-6), al que responde el
ala italiano Venditti (13-11). Italia no quiere ser un palmero de una fiesta
galesa y remonta, pero al descanso mandan los dragones (13-14).
En los segundos cuarenta minutos, los
galeses se abandonan a la acuciante necesidad de puntos. A los cinco minutos,
Liam Williams encuentra una rendija por la que colarse y animar a los suyos
(13-21). De pronto, un mal despeje italiano desata una tormenta. El oval llega
hasta George North, que en poco más de diez minutos cruje el partido con tres
ensayos (13-42). A partir de ahí, Gales se encomienda a estirar la diferencia y
a Italia no le queda otra que taparse como sea ante el vendaval que se cernía
sobre ellos. Webb, Warburton y Scott Williams engordan la cuenta (13-61). El
hambre de ensayos no tiene fin. Irlanda e Inglaterra deberán apalizar a Escocia
y a Francia respectivamente si quieren llevarse el torneo. Y cuando el final se
acerca, los galeses pagan su atrevida ambición. Con el equipo completamente
volcado en busca de un último ensayo, el ala local Leonardo Sarto logra
escaparse con el oval y ensayar. Italia le acaba de ‘robar’ siete puntos al
botín de los galeses para hacerse con el Seis Naciones (20-61). La mano de
Gales es fuerte, pero ahora les toca a Irlanda y a Inglaterra mostrar sus
cartas.
Murrayfield, Edimburgo. 15.30 horas.
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Fuente: RBS Six Nations |
En Edimburgo el sol luce radiante,
esplendoroso. Como contraste a una tarde apacible, Irlanda muestra su lado más
salvaje y no tarda en enseñar los colmillos. Sin conceder tan sólo un instante de
tanteo, se lanza al cuello de su rival y asesta la primera dentellada por obra
de su capitán O’Connell (0-7). Escocia logra templar el partido y recorta
distancias, pero a la hora de salir jugando, los irlandeses buscan el espacio y
la velocidad. No hay tregua, y lo que empieza su línea de trescuartos lo termina
su espectacular nómina de delanteros. El tercera línea O’Brien hace el segundo
en una brillante lectura tras un saque de touch
(3-17). El partido está deliciosamente loco. Ya habrá tiempo para
descansar. O’Brien, el 7 irlandés, parece estar en todos los sitios pero
enfrente otro correcaminos asoma. Stuart Hogg espabila a los suyos y propicia
un ataque que Finn
Russell culminará en el primer ensayo de Escocia (10-17).
Irlanda llega con diez puntos de ventaja
al descanso (10-20) pero necesita once más de diferencia para superar la marca
fijada por Gales. Un ensayo
de Jared Payne y dos patadas de Sexton cercan el
liderato virtual de los galeses con más de media hora por jugar (10-30). Diez
minutos después, el apertura del XV del Trébol, que acababa de fallar dos
patadas relativamente fáciles) se desquita y pasa un golpe de castigo para
llevar más lejos la ventaja (10-33). O’Brien, quién si no en
esta tarde soleada de Edimburgo, rubrica la ventaja con la que los irlandeses desafían a Inglaterra en su lucha por el torneo
(10-40).
Pero por mucho que el titán irlandés (a la
postre mejor jugador del encuentro) abandonara el campo y en el banquillo
visitante se le recibiera con abrazos y parabienes, el trabajo no está acabado.
Ni mucho menos, porque no se trata solamente de sumar puntos, sino también de
no recibirlos. Y Escocia, condenada ya a una ingrata Cuchara de Madera, se
lanza hacia un ensayo que redima de alguna forma el castigo. Éste se celebra
con rabia en Murrayfield cuando el balón llega a Stuart Hogg, que esquiva el
barrido de la defensa irlandesa con un fugaz contrapié para lanzarse a por el
ensayo. El zaguero celebra la conquista, pero el árbitro decide consultar con su
asistente de televisión. Así comprueba cómo en el último momento el desesperado
placaje del irlandés Jamie Heaslip ha consiguido
que Hogg pierda el control del oval, instantes
antes de que el joven escocés logre posar en marca. “Maybe a Championship winning tackle”, resume uno de los locutores
de televisión. Irlanda, demostrando una vez más el valor de la defensa, salva
en el último suspiro unos valiosos puntos. Nadie sabe entonces que en esos
puntos salvados por la inquebrantable fe de Heaslip estaría el campeonato.
Twickenham, Londres. 18 horas.
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Fuente: RBS Six Nations |
Los treinta puntos de ventaja conseguidos en
Edimburgo colocan a Irlanda como campeona a falta de lo que consiga Inglaterra,
obligada a firmar una proeza. Los ingleses sólo podrán ser campeones si baten a
Francia por una renta superior a los 26 puntos. No hay tiempo que perder. Apenas
se ha cumplido un minuto de juego cuando Francia paga sus problemas para salir
jugando. El oval le cae al inglés más desequilibrante en este Seis Naciones,
Jonathan Joseph, quien conecta con Brown, éste con Ford y por último, el
apertura inglés descarga para su medio de melé, Ben Youngs, que enardece Twickenham. El baile no ha hecho más que comenzar. Está por ver si tendrá final feliz
para Inglaterra.
De repente, un fallo en ataque de los
ingleses hace que el balón acabe en Tillous-Borde, medio de Francia, quien en una carrera sin
oposición hiela a la grada inglesa. Una bofetada
de realidad en la cara de los ingleses, que no quieren despertarse del sueño
(7-8). Y sin embargo, Francia vuelve a golpear de la mano del ala Nakaitaci, no sin antes una angustiosa
e innecesaria dosis de incertidumbre (7-15). El
gallo castiga los ataques sin cabeza de Inglaterra. Como si de una revelación
se tratara, les bleus descubren lo
divertido que es jugar al rugby con el oval y empiezan a gustarse. Inglaterra
ha salido a buscar el torneo antes que el partido y Francia se lo está haciendo
pagar caro.
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Fuente: RBS Six Nations |
Con Francia ocho puntos por encima (y sólo
ocho porque Jules Plisson no anda inspirado con el pie), Courtney Lawes decide
salir de caza. Su víctima, como no podía ser de otra manera, el apertura rival,
el propio Plisson, que cae como si de un saco se
tratara al recibir un inesperado trompazo por el lado ciego. Saltan chispas. Lawes levanta al público de Twickenham y los franceses
protegen a su chico, indignados por el placaje. El partido se detiene y el juez
de vídeo dicta sentencia: la acción de Lawes es legal, sigan jugando. Pero la
contienda se aviva e Inglaterra vuelve a ensayar. A diferencia de Plisson, Ford no perdona en
el pateo, y hace que la conversión de la marca de Watson, en el banderín, parezca que fuera bajo palos (17-15).
Inglaterra sigue descuidando las espaldas,
pero qué más da. La Rosa ha enloquecido. Un saque de lateral a cinco metros de
su marca se convierte en un contraataque letal. Youngs, autoproclamado amo y
señor en el Reino de la locura, anota su segundo ensayo. Vive la revolution. El vértigo
inglés enloquece a los aficionados ingleses, que vuelven a soñar con el torneo. Un último pateo
de Ford antes del descanso estira la diferencia hasta los 12 puntos (27-15). Inglaterra
tiene casi la mitad del trabajo hecho.
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Fuente: RBS Six Nations |
A la vuelta de los vestuarios, los
franceses encuentran a sus quince rivales unidos en corro, conjurándose. Los
ingleses se preparan para un partido de 40 minutos con 13 puntos de desventaja.
Que sean 20, replica Mermoz. Francia vuelve a reírse de las
aspiraciones de Inglaterra con otro ensayo. Pero esta no
se rinde (27-22). Youngs disfruta en el correcalles y sirve a Ford para que
plante el oval bajo palos (34-22).
Cuando la pareja de medios vuelve a conectar, Nowell firma el quinto
ensayo de Inglaterra, el octavo del partido. Los ingleses
tienen más de 25 minutos para salvar diez puntos (41-25). La sobreexcitación
vuelve a jugarle una mala pasada a los locales, que pierden durante diez
minutos a su tercera línea James Haskell, y Nakaitaci, en un nuevo contragolpe,
encuentra el apoyo de Debaty, que ensaya (41-30). Un pilier que acompaña el
contragolpe de un ala. ¿Qué más falta por ver en este partido?
Inglaterra recurre al pick&go para volver a ensayar (48-30) y sacudirse de la enésima
respuesta de Francia, que parece haber nacido para desbaratar las cuentas del
aspirante a campeón. A falta de quince minutos, los ingleses, agotados, son
incapaces de detener un maul francés
(48-35). Alcanzar los 26 puntos de ventaja se antoja ya un sueño de locos. No
en la Inglaterra de Robshaw, donde la rendición está prohibida. Siguen estando
a dos ensayos del título, por mucho que el cansancio y unos obstinados franceses
insistan en que no es posible, que es inútil seguir peleando. Twickenham vuelve
a la carga y lleva a los suyos a lomos del ‘Swing low’. Nowell, en otro
tiralíneas dirigido por Ford, ensaya y el rugido deja de nacer de la
inquebrantable fe para convertirse en convencimiento pleno. Los ingleses están
a seis puntos y cinco minutos de completar una de las gestas más gloriosas que
ha visto el torneo en toda su historia (55-35).
El delirio alcanza su cénit cuando los
ingleses se han con el balón y George Ford coloca a los suyos a cinco metros
del ensayo. Inglaterra saca de lateral y arma un maul que se estrella ante el muro francés. Desesperado, el capitán
inglés Robshaw pide auxilio; llama a los suyos a unirse en un empuje final y
todos sus chicos acuden en su ayuda. Inglaterra sólo se reserva a dos hombres
fuera del agrupamiento, que está ya a las puertas del ensayo. Cuando más cerca
tienen el ensayo, los ingleses cometen un último y definitivo error. Ni la
locura transitoria de Francia, que con el tiempo cumplido sale a jugar a la
mano, otorga otra oportunidad. Kockok dice basta, y el rostro de Lancaster se
hunde en la más absoluta decepción. Sus chicos han hecho soñar a Twickenham y a
todo el país pero no es suficiente. Otro año más se vuelven a quedar a las
puertas de la gloria. Nada se puede reprochar a Inglaterra, que lo dio todo y
nunca dejó de creer en la posibilidad de completar la hazaña.
Tras el pasillo entre ambas selecciones,
Lancaster reúne a los suyos. Puede estar orgulloso de ellos. Pero la gloria
viaja dirección norte. En un Murrayfield semivacío la afición irlandesa estalla
tras unos minutos finales de infarto. Los suyos salen de etiqueta a celebrar la
victoria y a regar de champagne sus trajes y sus corbatas verdes. Los fuegos
iluminan la noche en Edimburgo al tiempo que Paul O’Connell levanta por segundo
año consecutivo el título de campeón y retiene la corona por primera vez en 66
años. Irlanda vuelve a ser, una vez más, la reina de Europa.
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Fuente: RBS Six Nations |
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