jueves, 8 de enero de 2015

La evasión ovalada. Crónica de la Christmas Cup.

Aquí una melé bajo la mirada de 'Madiba'

La variopinta delegación del XV Hortaleza visitó de nuevo las instalaciones del penal de Estremera durante la recién finalizada Navidad. La insólita mezcla de dragones, entre añejos, jóvenes, y algún que otro adolescente imberbe al que se le hizo creer que sería la perita en dulce de los reclusos, se sumergió por cuarta vez dentro de aquellos muros. Allí esperaban los hombres de 'Madiba', quienes se habían estado preparando con cierta temeridad en las últimas fechas. "En el pasado entrenamiento les dije que fueran con calma para evitar lesiones y así no se perdieran el partido, pero al poco tiempo de empezar ya se estaban placando como locos". No se puede, por tanto, decir que no iban avisados. 

Además de las advertencias de Carlos Solla, los más experimentados en este tipo de experiencias alertaron a los neófitos de episodios pasados y del ímpetu con el que los hombres de la Escuela de Rugby Madiba encaraban estos partidos. "Si están aquí no es por ser hermanitas de la caridad. Ojo que van muy duros". Con escasas oportunidades de medirse a los equipos de fuera, cada visita del exterior es un acontecimiento único y especial, como no podía ser de otra forma. El hecho de que este año se disputara por primera vez la simbólica Christmas Cup no hacía más que añadirle más motivos a un encuentro que a punto estuvo de atragantarsele a los dragones de Hortaleza junto a los huevos fritos con panceta del desayuno.

La experiencia fue más dura que la del año pasado. Sin Xusso Ecoro, de permiso penitenciario con su familia, el nuevo capitán, un extremadamente fornido primera línea que respondía al nombre de Jonathan, los de 'Madiba' arrasaron durante los primeros minutos a unos sobrepasados y asombrados dragones, que al final, y menos mal, acabaron por llevarse ese preciado trofeo navideño. "Cada vez sois mejores. Habéis mejorado mucho y eso se nota. Cada año nos cuesta más ganaros", decía Chencho, el capitán, mientras recogía el galardón de manos de su homólogo rival.


La chavalada del dragón posando con el trofeo.

Pero de nuevo y siempre será así, o al menos así debería ser, el partido para los jugadores del XV fue lo de menos. Lo más importante fue el hecho de confraternizar con los chicos de 'Madiba', aunque las tenebrosas y fulleras batallas subterráneas que se pugnaban en los rucks levantó la ceja a más de un dragón. Nada que un arroz con champiñones y una cerveza, aunque sin alcohol, ofrecidos por ellos mismos en el tercer tiempo, no pudieran solucionar. 

Los numerosos agradecimientos que recibió la delegación del XV por disputar aquel partido siempre serán bienvenidos, pero ese sentimiento de gratitud es más que mutuo. Quien de verdad debe agradecer vivir esta experiencia de nuevo fue el conjunto de rugby de Hortaleza y sus jugadores. Se trata de una experiencia única y enriquecedora pues acabas formando parte de un estimulante proyecto social que se sirve del rugby, nuestro deporte, y sus valores, para reeducar una serie de conductas e intentar encauzar los desvaríos que propiciaron la reclusión de esos internos. Al mismo tiempo, les haces saber que muchos de los que están ahí fuera aún confían en su posible reinserción.

Una mención destacada merecen también, sin lugar a duda, los trabajadores del Mesón Plaza, en Fuentidueña del Tajo, un pequeño pueblo de camino al centro de reclusión, quienes acogieron nuestro tercer y cuarto tiempo con una hospitalidad sin parangón. Gracias a ellos el viaje de vuelta desinhibió a algunos de los más vetustos de la comitiva, quienes no dudaron en compartir chanzas, cánticos y demás jolgorios con la zona joven del autobús. Y no, Eladio no fue uno de ellos.


Fotografías: José Luis Hernández Sanz.

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