Al igual que las palabras de Walt Whitman enaltecen el espíritu de los compañeros y del propio capitán, en el rugby su figura va más allá que la imagen administrativa que refleja una firma en un acta, o un mero brazalete o una 'C' en el pecho. ¿Que papel cumple el capitán en un partido de Rugby? ¿Son los portavoces de las protestas? ¿Jugadores sobre los que no recae el peso de las leyes del reglamento? ¿O son un jugador más con la responsabilidad de realizar el sorteo?
En incontables ocasiones hemos apreciado situaciones en la que participantes de una contienda caen desolados moral y físicamente. El capitán tiene la tarea necesaria de saber motivar, inspirar y liderar a sus compañeros de forma que sean capaces de no bajar los brazos hasta que la derrota no sea un hecho consumado.
La vieja verborrea retórica y demagógica no es una herramienta efectiva a la hora de hacer cambiar la conducta de los jugadores en el campo. Es de vital importancia conocer profundamente el reglamento para alentar a los jugadores, y seguir centrados y motivados en cada bloque del partido durante los 80 minutos de partido. El estado del juego, la moral, la disciplina del contrario, la situación, son todo factores que obligan al capitán a pensar la decisión correcta.
El capitán debe ser el líder del vestuario, un miembro del equipo que en cuanto diga algo el resto del equipo inmediatamente ponga sus 5 sentidos en cada palabra, expresión, lenguaje corporal y doctrina con la que se exprese su líder. Si el capitán dijera a sus jugadores: "Saltad a la pata coja", los jugadores deberían responder: "¿Así de alto?". No por obediencia sino por confianza en su capitán. El liderazgo no es un rango ni un privilegio, es una responsabilidad. Ser líder implica ser ejemplar ante tus compañeros y ser responsable de los mismos.
Fuente: Dailymail |
Hay jugadores que salen beneficiados de su ejercicio de la capitanía, Richie McCaw o Jean de Villiers. El springbock tuvo una conducta ejemplar cuando, ante una posible alineación indebida de Nueva Zelanda en el partido decisivo del Rugby Championship, ejemplificando los valores del rugby, bromeó sobre la situación quitándole hierro al asunto para volver a jugar de la forma más rápida posible. Dicen las malas lenguas que estos capitanes, gracias al control de la disciplina que ejercen sobre sus jugadores, gozan de cierta laxitud por parte de los árbitros a la hora de pitar las faltas que cometen.
La labor del capitán está muy infravalorada. Un equipo sin capitán se viene abajo ante las primeras adversidades. Si en las profundidades del averno los jugadores se encontraran al mismísimo Lucifer, ante la estupefacción que genera la incertidumbre y la inseguridad de uno mismo, debería emerger una figura que sirviera como inspiración a los demás, la de la entereza y el liderazgo del capitán.
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