miércoles, 19 de febrero de 2014

La desolación del dragón (10-30)


Finaliza el partido y el camino que los separa del vestuario es cada vez más largo (10-30 [b]). La desolación reflejada en alguno de aquellos rostros supera incluso al de cualquier gran dragón inventado por la literatura anglosajona de principios del siglo XX. Ellos no serán en esta historia quienes expulsen hacia las Tierras Brunas a Thorin Escudo de Roble y a su variopinta compañía de enanos. La Montaña de Erebor no será expugnada por el momento.


El segundo equipo del XV de Hortaleza volvió a caer, esta vez ante los toros del Sanse Scrum (10-30 [b]), quienes se cobraron su particular vendetta del partido de la ida, al tiempo que se acercan a los dragones en la clasificación, por la cual han descendido sin remedio en las últimas jornadas.

El choque empezaba de la peor manera, con un ensayo en contra (0-5). La cornucopia azul y roja asestaba la primera cornada en el escamoso y precario costado del dragón, cuyos cronistas se perdieron el primer golpe que recibiría ese día al retrasar unos instantes su presencia en las tribunas, muy bulliciosas durante toda la mañana.

 Poco después la herida se hacia un poco más profunda. Un error individual en la presión, dejó libre de marca a uno de sus alas, curtido seguramente en los encierros de la localidad del norte de Madrid, a la vista de su velocidad (0-10).

El primer conato de reacción de los locales llegaría a la media hora de la primera mitad, con 0-17 abajo, Roldán, recuperado para la causa, conseguía los primeros cinco puntos para los dragones, que pudieron haber sido más si la conversión de Ocaña no se hubiera topado con uno de los postes de la H (5-17).

Los barras bravas del Hortal seguían animando a los suyos, con kosakos reclutados esa noche incluidos, jaleando las touches conseguidas, las melés barridas, y bramando por los placajes aplicados, como el de Nigo, quien reaparecía con los dragones ejerciendo de apertura. La lesión de Roberto Fuentes dio entrada a Pelusa, quien acabó redibujando la línea. Nuestro carismático ‘samoano’ ocupó la cal escorándose a uno de los lados del campo, para luego acabar pastoreando a la delantera.

El guión cambió algo en la segunda mitad. Ya fuera por el pundonor dormido de los dragones o por el cansancio de los toros, el XV subió un par de grados la intensidad y contó con mejores posibilidades conforme transcurría el partido. Sin embargo, era ya demasiado tarde. 

Sanse no pondría en riesgo su ventaja, la llegó a aumentar incluso con dos ensayos y una penalidad transformada. Por su parte, Roldán, escudado por Josu y Pakirrín, volvería a ser el dragón que se erigiría en la referencia de los hortalinos, intentando liderar a la maltrecha manada (10-30 [b]).

Sin garras como lanzas y sin dientes como espadas, la conquista del tesoro que representa a estas alturas más que nunca una victoria, se antoja una empresa de proporciones colosales, una epopeya solo al alcance del forzudo cimerio que ideó Robert Howard.

En sus manos todavía reside la potestad de permitir que los pájaros de antaño abandonen para siempre Erebor y comience el reino del Dragón, el más grande y majestuoso portento alado de nuestra época.

Alineación: 1. Alexón (17. Chemari), 2. Pakirrín, 3. Julián (16. Chencho); 4. Daver, 5. Isma (18. Brasas), 6. Tamin (20. Pedro), 7. Josu, 8. Cutrapali; 9. Peti (m.m) (c), 10 Ñigo (ap.); 11. Roberto Fuentes (19. Pelusa), 12. Roldán, 13. Rodri, 14. Chewaka (22. Pastor), 15. Ocaña.

Marcador final: 10 (Roldán, dos ensayos) - 30 (b).

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