El rugby es uno de esos deportes
en que, a veces, los gestos son más importantes que el juego en sí. El pasillo
del ganador al vencido, el ágape del local al visitante, el honor de seguir
intentando un ensayo cuando ya es imposible ganar, no celebrar los puntos por
deferencia al rival, etc. Todos son detalles que marcan la diferencia y que
hacen que este juego sea algo más. Pero esto se va perdiendo poco a poco, ya sea por
el camino hacia la profesionalización, la soberbia de los propios clubes o por
el hooliganismo que a veces se
demuestra en los campos. Por eso hay que poner de relieve y dar valor a lo que
hicieron los héroes del segundo equipo de Alcobendas del pasado sábado. Ese
club no se merece unos jugadores tan gallardos y abnegados como los que tiene.
A priori tenía que ser un gran derbi, un partido decisivo, un encuentro de los que apetece ver. Se juntaban todas las circunstancias para vivir uno de los grandes choques de la temporada. Es un derbi por la propia historia de los clubes, no hay que olvidar que el XV de Hortaleza deriva del Teka Alcobendas que tanta guerra dio hace años en División de Honor. Era un partido clave porque se disputaba la segunda plaza de la primera regional madrileña. Era un encuentro que podía deleitar a la grada, sabiendo de lo aguerridos que son sus jugadores y de las grandes tardes de rugby que estas escuadras han ofrecido en el último año en diversos torneos. Además, había designado para la ocasión al mejor cuerpo arbitral posible: el 'señor' más mediático de Madrid, y el linier más comprometido y destilado de toda regional. Pero parece que eso no es suficientemente importante para un club que se ha ahoga en las mieles de división de honor. Es una pena que un escudo con tanta historia y reconocimiento dentro y fuera de Madrid se comporte así con sus jugadores, que son los que de verdad le dan valor a su equipo y le hacen grande.
Aun así, allí los pudimos ver. Como los héroes de la batalla de Rocroi (1643) que aparecen en el lienzo del pintor de batallas Ferrer-Dalmau. Heridos, mermados por las bajas y sabiéndose abandonados por su patria, permanecieron erguidos blandiendo sus armas y encarados al rival. Igual que ocurrió en esta épica batalla de la Guerra de los Treinta Años, el Tercio de Naciones huyó para dejar solos a los cinco veteranos tercios españoles. Así, Alcobendas frunció el ceño, apretó los dientes y cerro su equipo para repeler de la mejor manera posible las cargas del equipo comandado por Kiko.
Y como en Rocroi, su compostura consiguió
frenar el ánimo del rival . Hortaleza tuvo que acometer varias fases para que
su ataque surtiera efecto. Hasta el minuto cinco los dragones no lograron abrir
la formación de Alcobendas y conseguir su primer ensayo (5’ Villa, sin conversión).
Después de esto, los alcobendenses consiguieron reagruparse y defender el
resultado otros 10 minutos más. En la primera parte, las cargas del XV solo
consiguieron llegar en tres ocasiones al zona de marca granate (15’ Villa, sin
conversión; 21’ Villa, sin conversión; 26’ Villa, conversión de Pastelito). El festín
de ensayos de la gran promesa del Kin Ball en España no fue fruto de una
especial inspiración, sino que se explica por esa diferencia que hay entre ser
alabardero o ser caballería ligera: los alabarderos desgastan al contrario de
frente y la caballería ligera acomete al rival por los flancos y, a veces, en
su huida.
La segunda parte fue otra
batalla. Hortaleza refrescaba su equipo con cambios mientras Alcobendas no sólo
no podía hacerlo sino que sufría bajas en la batalla. Pronto llegó pues el
primer ensayo de la segunda parte (43’ Leo, conversión de Paste). Cuentan los
cronistas que a la quinta carga del ejercito del duque de Enghien contra los
tercios de Villanueva, los españoles ya no pudieron repelerlos porque carecían
de artillería. Alcobendas tampoco tenía proyectiles en su línea, porque apenas
era defendida por cuatro jugadores. Así llego el ensayo de Potter (65’, sin
conversión), que también se merecía una reaparición más honrosa después haber
sacrificado su cuerpo por la victoria contra este mismo equipo en la primera
vuelta. A este try le seguirían otros dos insustanciales ensayos más (19 ‘Parra,
sin conversión y 25’ Pira, conversión de Pira), porque la verdadera proeza iba
a llegar a continuación.
Paradójicamente Alcobendas era
local pero había ido a Hortaleza a jugar con lo que tuviera y agradecidos por
el respeto de los ‘¿visitantes?’, estaba dispuesto a vender cara su derrota. En
Rocroi los españoles recuperaron su artillería robándosela a las tropas de
Enghien y finaron a lo que quedaba de caballería francesa. Alcobendas, emulando
al ejercito de Felipe IV, también robó un balón de los confiados jugadores del
XV. Con 10 personas, encerraron a los dragones en su 22 y consiguieron el
ensayo más celebrado de toda la temporada (69’ Álvaro González, conversión de Leo Simone). Tanto la grada,
como los banquillos y los jugadores supieron reconocer esa proeza, que es la
verdadera gesta de este partido. Para cerrar el encuentro y la batalla
llegarían los dos últimos ensayos (75’ Plumas, sin conversión y 80’ Bode,
conversión de Pira).
El propio bando francés
describiría tiempo después a los tercios que allí se dejaron la vida como “murallas
humanas”. Ninguna batalla o ninguna guerra es tan épica como para que merezca
la pena morir en ella. Pero, como se puede ver en ‘Rocroi, el último tercio’,
es una alegoría muy sensible de lo que significa una bella derrota. Como
sucedió entonces, el ejército de Luis II de Borbón-Condé reconoció la valentía
de los Tercios de Francisco Melo y permitió a los supervivientes capitular con
todos los honores, en los términos que se concedían a las guarniciones de
plazas fuertes. Hortaleza, en este caso, respetó a su rival dándole buena
guerra y ofreciendo un tercer tiempo conjunto en el que siguieron contándose sus
batallas en la primera regional madrileña.
RESULTADO FINAL: Alcobendas 7-55 XV Hortaleza (b)
ALINEACIÓN ALCOBENDAS: Nico Orozco, Jaume Pera, Manu Sánchez, Alfonso “Reinosa”, Berto Suárez,
Álvaro González, Leo Simone, Guillermo Barth, Pablo Maside, Marcos
“Belloto”, y Luke Pearce.
ALINEACIÓN XV: 1. Yankee (17. Patxi), 2. Soto, 3. Kiko (16. Alex), 4. Borja (18. Parra), 5. Marcos, 6. Ewok, 7. Villa, 8. Gonzo, 9. Bode, 10. Raúl (21. Pira), 11. Magia (20. Plumas), 12. Potter, 13. Leo, 14. Hobbit, 24. Paste
ALINEACIÓN XV: 1. Yankee (17. Patxi), 2. Soto, 3. Kiko (16. Alex), 4. Borja (18. Parra), 5. Marcos, 6. Ewok, 7. Villa, 8. Gonzo, 9. Bode, 10. Raúl (21. Pira), 11. Magia (20. Plumas), 12. Potter, 13. Leo, 14. Hobbit, 24. Paste
SUPLENTES: 16. Alex, 17. Patxi, 18. Parra, 20. Plumas, 21. Pira, 22. Sansón
No puedo por menos que alabar el artículo, pero no sin recordar a los 11 valientes de Alcobendas:
ResponderEliminarNico Orozco, Jaume Pera, Manu Sánchez, Alfonso “Reinosa”, Berto Suárez, Álvaro González, Leo Simone, Guillermo Barth, Pablo Maside, Marcos “Belloto”, y Luke Pearce.
Sin ellos, este artículo quedaba incompleto....
Firmado: Heavy, Capitán del Alcobendas C (que ese domingo jugaba con solo 15 contra Industriales)
Gracias Luís.
EliminarLos jugadores que fueron se lo merecen.
Ya si sabes quién hizo el ensayo y el nombre del que lo transforomó (el 9) sería genial...
Un saludo y a ver si os cuidan un poco más desde el club.
El ensayo fue de Alvaro Gonzalez y la transformación de Leo Simone.
ResponderEliminarFirmado: Uno de los 11.