Manejando el cotarro |
La universidad siempre fue amiga del oval, cuna de una interminable lista de jugadores adoptados más tarde por los clubes, e incluso origen de muchos de ellos. Los motivos por los que muchos deciden tener su primer contacto con este deporte revolcándose en estos lodos --se nos viene a la cabeza Cantarranas-- son diversos y de lo más variopintos, es el caso de Rocío Jiménez (Murcia, 1991), quien empezó con esto del rugby en la Facultad de Matemáticas "porque parecía que eran quienes movían el cotarro".
En realidad reconoce que "no tenía idea de que era eso", suponemos que se refiere a lo del rugby y no a lo de mover el cotarro, pero acabó por engancharse a la pringosa sensación que cubre la atmósfera cuando ese día toca rugby universitario, al orgullo que da formar parte de esa suerte de Cuarto Estado de Pellizza, pero con botas y pantalones cortos en lugar de chalecos y sombreros, cuando se pasea por la cafetería de la facultad.
Así, en 2011 empezó a jugar al rugby con Matemáticas, allí conoció a su incondicional comparsa, la capitana del XV, Nuria Núñez. Después de unas testimoniales experiencias nada gratificadoras en otros clubes, dos años después acabó yendo para Hortaleza, donde su amiga ya le esperaba. De lo que ocurrió desde entonces ya hay literatura suficiente.
"Cuando en 2013 Nuria vino al XV Hortaleza, decidí bajar a probar y me encantó el equipo y las chicas, el segundo día había pagado la ficha. Desde entonces he sido la eterna tullida que se resiste a desvincularse del club: jugadora, delegada, arbitrucha, entrenadora de escuela y academia, coordinadora...".
Esa presencia casi omnipresente en todas las parcelas del club ha propiciado que 'Pelired', así es como la llaman fuera de su casa debido a su rubicunda melena, haya podido "emocionarse" cuando logró jugar con algunas de las muchachas a las que entrenó. Es por ello que lamenta que muchas chicas jóvenes acaben dejando el rugby, en muchas ocasiones, por culpa de "cómo tratan ciertos clubes a las jugadoras en categorías inferiores".
Señora con balón |
"No es suficiente con ser excelente en el deporte, además se ha de ser un objeto de deseo, seguir un canon de belleza preestablecido".
El rugby no es ajeno a todas las sensibilidades que durante años han sido silenciadas y que ahora comienzan a ser tenidas en cuenta. Peli tampoco, así que no rehúye los envites, y es por ello que, y "sin querer ser abanderada desde el privilegio", cree que la World Rugby le hace un flaco favor al mundo del rugby cuando el año pasado anunció que las mujeres trans no podían competir en categoría femenina por una cuestión de seguridad.
"Esa norma no está basada en ningún estudio serio. Resulta llamativo que aleguen motivos de seguridad cuando es habitual encontrarse delante con chicas mucho mejores, más pesadas o más fuertes, y sería impensable que la World Rugby, por ejemplo, no permitiera a una chica de 140 kilos jugar a un deporte que se enorgullece de celebrar la diversidad".
"Cada caso debe evaluarse particularmente. Hablar de forma genérica, sin avales, y legislar de esta manera creo que anda más cerca de la transfobia que de la preocupación por la seguridad de las jugadoras o de la búsqueda de la igualdad de oportunidades".
"No sabía de que iba eso" |
De vuelta a lo deportivo, la aventura al más alto nivel del rugby patrio terminó, de momento, en 2018. "Un golpe duro pero inevitable", debido a la paulatina profesionalización de los equipos ante los cuales "era muy difícil mantener el nivel de la competición".
"Sigo emocionándome pensando en aquello y sobre todo en aquel ascenso a División de Honor de 2015. Aquel primer partido de DH contra CRAT en el que pensábamos que saldríamos en ambulancia".
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