lunes, 8 de febrero de 2021

"Mi objetivo es poder jugar un partido con mi hijo"


Larios echando un ojo

El rugby tiene una cuenta pendiente con los rebotados, con los que pasaban por ahí, con aquellos que simplemente estaban en el sitio adecuado en el momento idóneo. Sin ellos, al menos en España, este deporte se habría perdido a una tumultuosa amalgama de neófitos incondicionales, de los que todavía creen en esa ya manida mística que rodea a todo lo que el oval alcanza, de los que hacen proselitismo y presumen de heridas de guerra de fin de semana, de los que dignifican un poco todo esto en tiempos de farándula. Fernando Rodríguez Larios (Madrid, 1976) es uno de ellos.

El azar, ese dado de mil caras que lo mismo te hace nacer aquí, ser más negro que el azabache o toparte con un billete de cinco pavos, fue el responsable de que "una mañana de domingo" Larios y su hijo Enol bajaran a ver un partido, les encantase y a la semana siguiente el chaval ya estuviera preguntando por el club qué había que hacer para ser un dragón. "Pasados unos meses mi hijo me dijo que algunos padres de sus compañeros jugaban al rugby, que me apuntase yo también". Así el muchacho allanó el camino para que su viejo acabara siendo capitán del Rojo en uno de los años más complicados para el segundo equipo, una vez el de "padres" se le quedó pequeño.

"Desde entonces surgió una adicción a este gran deporte y nos ha cambiado la vida a toda la familia", salvo a Zoe, su otra hija, que no anda por la labor de ver a unos señores tras un balón. No es la única. No se le puede culpar de nada. "Ahora somos una familia rugbística y lo pregonamos en cuanto podemos".

"En el futuro espero seguir entrenando y jugando todo lo que pueda. Me marqué un objetivo cuando vi una foto de Pepe Abad jugando con su padre, conseguir jugar un partido con mi hijo, aunque para eso faltan siete años y yo andaré rondando los 52. Si la salud y las lesiones me lo permiten iré a por ello".

Antes de que pase todo eso, con 40 años y un mes de entrenamiento hizo su debut con el equipo Verde y poco tiempo después asumió la capitanía del Rojo en un momento muy complicado para el segundo equipo, tanto a nivel deportivo como institucional.

"Gran parte de la plantilla del Rojo se sentía desplazada e ignorada por el head coach. La mayoría eran muy jóvenes y había mal ambiente en los entrenamientos y en los partidos. Siempre he pensado que fui elegido como 'hombre de paja' por los técnicos, un tipo con poca experiencia, un recadero, pero les salió mal. Intenté ser el mejor representante y les transmití quejas y problemas que ellos no querían oír". 

Fueron esas enconadas diferencias con la dirección del anterior cuerpo técnico lo que acabó por desencadenar tanto su confianza como capitán, como la que sus compañeros depositaron en él. "Ese fue el momento en el que supe que podía aportar algo. Di la cara por el equipo y eso me supuso enfrentamientos y amenazas, pero mereció la pena. Acabamos más unidos".

Hortaleza vs Barbarians 2019

Larios lamenta como cualquiera que finalmente la temporada no pudiera acabar por culpa de la pandemia, pero se queda con la primera victoria, un choque durísimo contra Torrejón, y los terceros tiempos, "aquellos de al menos cuatro horas" que añora, y la madurez de muchos de sus compañeros más jóvenes. 

"Después de todo esto y con la llegada del nuevo staff pensé que era el momento de echarse a un lado y que la capitanía la asumieran otros jugadores, más jóvenes, con valores y que además saben de rugby". 

Con esta decisión, Larios asume un rol secundario esta temporada, de la que destaca, en apenas unos meses, grandes cambios con respecto a la anterior, cuando el Rojo "era un mero almacén de trozos de carne", en la que "no merecías ni el saludo si no pasabas por el aro". Este año, celebra, la cosa es bien distinta.

"Todos somos iguales, si trabajas se tienen las mismas oportunidades. Si no puedes estar en una convocatoria se te escucha, se comprende y no hay represalias. Esperemos que la pandemia pase lo antes posible y podamos retomar tiempos mejores y que con este nuevo staff podamos volver a disfrutar del rugby".

Volver a disfrutar, esa es la máxima a la que se agarran, al igual que muchos otros, Larios y los suyos, después de meses particularmente difíciles por todo lo que ha supuesto la pandemia en un núcleo familiar con uno de sus miembros en primera línea de la lucha contra el coronavirus. 

"Pasamos malos momentos durante el principio de la pandemia. Nos contagiamos toda la familia, pero quien realmente lo pasó muy mal fue mi mujer, que estuvo expuesta a mucha carga vírica por su trabajo como enfermera. Lo que más me duele fue recordar la poca humanidad de los vecinos, quienes nos trataron como apestados, evitándonos incluso pasados los meses más duros. Ha sido una decepción como sociedad".

Laura, su mujer, está ya en plena forma y de nuevo trabajando por y para todos nosotros. En una "sociedad egoísta", resalta Larios, ella es uno de esos miles de rostros anónimos que sí ha demostrado estar a la altura, cuya dedicación en estos momentos empequeñece, sin duda, cualquiera de esos desprecios de escalera sufridos.


📷: Fernández Larios

1 comentario:

  1. Sois una familia ejemplar. Alguna parte de la sociedad es asquerosa, pero pensemos que es una pequeña parte y siempre podremos apartarla. Vosotros tenéis unos valores muy grandes y una valentía excepcional. Lo que has hecho con tu hijo y el rugby me ha emocionado, y como has conseguido unir a tu equipo no me sorprende, eres un líder aunque a veces no quieras reconocerlo, tú llegas y convences.
    I M P R E S I O N A N T E

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