miércoles, 17 de diciembre de 2014

Hortaleza arde tras jugar con fuego. Rugby Alcalá ‘B’ 20 – XV Hortaleza ‘B’ 19


Los días de inclemencia atmosférica son los más proclives para saborear las virtudes de los campos de hierba artificial. Puede que algunos añoren el chapoteo en sus carreras o la lucha por distinguir entre compañero o rival bajo una espesa capa de barro, pero el juego, sin lugar a dudas, se ve beneficiado. Sin embargo, eso no quita para que uno tenga que remangarse y enfangarse, aun metafóricamente, a la hora de encarar los partidos. Hortaleza se aplicó, aunque no lo suficiente durante la mañana del domingo que le enfrentó al Rugby Alcalá ‘B’, y sólo ofreció su mejor cara cuando la desventaja tomada por el rival parecía ser insalvable. Finalmente lo fue (20-19).


Consumidos en unas llamas que ellos mismos habían dejado crecer y alimentado al sobreestimar sus opciones de victoria, los dragones del segundo equipo de Hortaleza se dejaron en la capital del Henares su prolongada racha de imbatibilidad, cediendo así terreno en sus aspiraciones por ascender de categoría. En una magistral demostración de mimetismo, el equipo de la franja abisinia tuvo un día tan gris como las nubes que sobre ellos amenazaban con romperse en lluvia, y, de negro como el rival que tenían enfrente, se contagiaron del ritmo y juego que los alcalaínos propusieron.

Sabedores como pocos de cómo desenvolverse en circunstancias adversas, los locales lograron reponerse del impetuoso inicio de Hortaleza, que pronto desplegó sus mejores artes en el manejo del balón para hacer bailar a los tres cuartos. La danza, para desgracia del XV del dragón, no se consumaba en puntos. Alcalá amargaba los ataques en la melé y utilizaba el pie para ocupar campo contrario y buscar el error de los dragones. El XV se vio arrinconado y tuvo que sacar lo mejor de sí mismo para salvarse de un ensayo que el rival acariciaba a unos centímetros de distancia. Pese a ello, el ensayo local no tardó mucho más en llegar (5-0) y minutos más tarde la ventaja se vio ampliada al transformar un golpe centrado (8-0) que costó, además, la expulsión temporal de Manolito por placaje alto.

La inferioridad no achantó a Hortaleza y aun cuando el juego desplegado seguía sin convencer, la línea de los abisinios volvió a trenzar una bonita jugada para que Richie posara el oval en marca contraria. No apuró el ala hortalino en su conversión todo lo que hubiera podido, complicando a Peluki una patada de transformación que no sumó puntos (8-5). Sabían los de Oti y Elías que si lograban convertir en puntos el control del juego, la segunda parte traería más ensayos con los que compensar esos dos puntos. No eran conscientes de lo decisivos que llegarían a ser.

Los dragones se sabían superiores a su rival, pero esa sensación de control estaba más interiorizada por los dragones que bregaron en el Antonio Machado de Alcalá más que en el devenir de la contienda que allí tuvo lugar. Los minutos pasaban y Hortaleza, a remolque durante todo el encuentro, no lograba adelantarse en el marcador. No era el día de los chicos de Chencho, pero aun así confiaban en que antes o después caería el ensayo que los pusiera en ventaja. El ensayo llegó, sí, pero el de Alcalá, que para desesperación de la parroquia abisinia sumaba instantes después una tercera marca (20-5).

Por unos instantes, Hortaleza amagó con evocar los peores momentos de la temporada pasada, cuando cada contratiempo anticipaba un continuo descosido del contrario a base de ensayos. No fue así. De nuevo, el equipo dio la cara y se dispuso a, cuando menos, vender cara la piel. La enésima rotura de línea de Antón propició el ensayo de Manolito, que recogió una poco ortodoxa patada al hueco de su compañero en el centro. Pira, minutos más tarde, se lanzaba a ensayar tras una infinita carga de la delantera hortalina. Su sustituto en el juego al pie, Peluki, alimentaba las esperanzas de victoria con dos meritorias transformaciones (20-19).

Hortaleza estaba a un solo punto y restaban aún seis minutos. Tiempo de sobra para poder revertir todos los fallos y desajustes, para acabar con el sufrimiento y lograr además un bonus ofensivo que completara la remontada e hiciera olvidar este partido como un mal sueño sin consecuencias. Es difícil explicar cómo, después de haber recuperado tan rápidamente la ilusión por la victoria, el XV no dispuso en todo el tiempo que restaba de la mínima opción de lograr un último definitivo ensayo. Hortaleza había jugado demasiado con fuego como para no acabar en llamas. 


Fotografía (de archivo): José Luis Hernández Sanz

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