Amarga y apestada compañera es la derrota, y a ella parece haberse abonado el XV en su lucha por destacar ante los primeros espadas de la regional madrileña. A los tropiezos frente a Majadahonda y Aeronáuticos hay que sumar el cosechado este domingo frente al segundo equipo de CRC en el Valle de las Cañas de Pozuelo. Una derrota que prolongó la desgraciada secuencia de resultados adversos y al mismo tiempo dejaba a la familia del Hortal con la sensación de que el camino para salir de esta negativa racha no está lejos del que transita ahora mismo el equipo.
La visita al actual campeón de
primera regional, con el que Hortaleza pugnó por hacerse con el billete que
daba acceso a la promoción por el ascenso el pasado año, no llegaba en el mejor
momento para los muchachos de Otilia. Inoportunas lesiones y bajas repentinas
se habían propagado por el vestuario, imbuyendo al equipo en una autoinfligida
sensación de orfandad, y obligando a reclutar de aquí o allá para poder
completar las convocatorias del fin de semana.
Sin embargo, cualquier
resquicio del pesimismo que pudiera haber viajado con el equipo a Pozuelo se
quedó en el vestuario. Al menos durante la primera mitad del encuentro, al que
entró Hortaleza sin pedir permiso, adueñándose del campo y del balón, y
golpeando primero. En corto y directo, sin contemplaciones; en el minuto 2
(0-7). La mala noticia para los de la franja abisinia era que enfrente tenían a
otro equipo de los que tampoco dudan al llamar, pocas veces perdonan, saben leer
los partidos y aprovechan sus bazas.
Lo hacen hasta el punto que se
llevaron a casa con bonus un partido
que fueron perdiendo durante su mayor parte, siendo dominados en la melé y en
la touch y dejando un resultado a
todas luces incontestable en el marcador. Con una mezcolanza entre viejos
perros de mar y osados grumetes, los hombres de Hierro de Pozuelo se manejan
como pocos tanto en el mar de bolitas negras del Valle de las Cañas como en el
resto de campos de Madrid. Hortaleza supo jugar fuerte delante y compensar con
ayudas y coraje la inferioridad de una inédita tres cuartos frente a la rápida
línea pozuelense, pero aun así no fue suficiente.
Los piratas de azul y amarillo
igualaron la contienda con un nuevo ensayo y se pusieron por delante gracias a
un golpe de castigo en campo propio (10-7). Sin perder la cara al partido y
aprovechándose del viento favorable y del inspirado día de su repeinado y
jovial zaguero, Hortaleza volteó el marcador una vez más (10-17) tras rematar
un ‘maul’ armado a escasos metros de la zona de ensayo local y transformar Plumas
otras dos patadas a palos. Los piratas se rearmaron y borraron la satisfacción
del rostro de los abisinios con un ensayo de estrategia a la salida de una ‘touch’
(15-17). Plumas de nuevo, esta vez en un tiro a palos desde una posición
reservada a los mejores francotiradores, se ayudó del viento para ampliar la
ventaja hortalina y situar el marcador en un ilusionante 15-20.
Desgraciadamente, Hortaleza no
sumaría ningún punto más tras la reanudación, desagradable y sorprendente
bagaje después de haber visto cómo sumaba dos ensayos en los primeros compases
del partido, y a su pateador en un estupendo estado de gracia. Pero así fue, y
el CRC consiguió invertir la tendencia de intercambio de golpes para dominar la
segunda mitad, aunque no fue hasta la parte final de la misma cuando
materializó sus oportunidades en puntos.
Al igual que en la primera
parte, el viento condicionó el juego de tal forma que la rectitud del Valle de
las Cañas aparentó haber cedido ante las fuertes rachas que soplaban en la
mañana del domingo, y el campo, haciendo honor a su nombre, se hubiera transformado
en una colina en la cual el equipo que atacara con el Eolo soplando a sus
espaldas lo hiciera ladera abajo. A pesar de ello, también jugó una mala pasada
para los jugadores canoístas, pues sus patadas brindaron a Hortaleza unas
apetecibles melés en campo rival.
La melé, la faceta de juego en
la que el XV ha venido dominando a su contrario en los últimos tiempos (también
Pozuelo a pesar de contar con numerosas bajas y tener que reordenarla) dejó de
ser una fuente de problemas para el rival, que conseguía eludir las situaciones
de peligro y sembrar la desesperación de los hortalinos. Como se apuntaba
anteriormente, una de las mayores virtudes del CRC pasa por maximizar cualquier
oportunidad y encontrarlas donde no las hay, y el domingo supo leer
perfectamente las circunstancias del partido y aprovechar cada opción que
aparecía sobre el sintético de Valle de las Cañas.
Hortaleza, por el contrario, se
desesperaba poco a poco al no poder llegar a la marca contraria y ver cómo sus
esperanzas de triunfo se empequeñecían hasta desvanecerse entre los ataques contrarios
y las infracciones en defensa. Fruto de ellas vino la decisiva expulsión de
Abad. El de Fresilandia (mamá dragón dixit)
pagó los platos rotos ante la avalancha de golpes señalados por el árbitro y
contempló desde la barrera cómo en su ausencia Hortaleza perdía definitivamente
la iniciativa en el encuentro.
El ecuador de la segunda mitad
fue el punto de inflexión en el marcador. Un ensayo canoísta rubricaba la
remontada local (23-20). Sin embargo, el XV no se resignó a ver cómo se le
escapaba una victoria que hubiera redimido con creces los recientes tropiezos
(por el rival, el campo y las circunstancias con las que se llegaba al partido),
pero todo intento fue en vano. La impotencia se apoderó de Hortaleza que para
mayor escarnio tuvo la desgracia de ver cómo su contrincante regaba la victoria
con dos postreros ensayos cuando la contienda expiraba para alargar el
marcador, ganar el punto bonus ofensivo y dejar a los dragones sin nada más que
llevarse a la cueva que el orgullo de haber dado la cara y luchado ante un gran
equipo. Y aunque ello pueda aliviar el escozor de la derrota, a Hortaleza le
supo a poco.
Fotografía (archivo): José Luis Hernández
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