martes, 25 de noviembre de 2014

Hortaleza no fue un juguete: ALCOBENDAS 35 - XV HORTALEZA 0


Hay ocasiones en las que la derrota huele a hoja de olivo, en las que defender a cinco metros de marca tiene el hiperbólico gustirrinín de un deporte de riesgo, en lo que las veces que tu cuerpo se desolla con las caídas y tus huesos se resienten en choques frustrados se justifican de un erotismo indiferente. En esos partidos la derrota y la victoria son conceptos objetivos, demasiado superficiales para tenerlos en cuenta. Sí, eso quiere decir que perdimos claramente. Que nuestro más íntimo rival nos ganó sin paliativos. Pero también quiere decir que perdidos en la lógica numérica; Hortaleza fue a jugar pero no fue el juguete, sino que se zambuyó en el juego como el jugador cartas que sabe que está perdido y se lo apuesta todo.

Hortaleza volvía a Las Terrazas con sentimientos encontrados. Por un lado, como aquel primo lejano que va de visita a casa mucho tiempo después, sin saber si le reconocerán o si le verán como un extraño. Por otro lado, iba con esa motivación que da jugar en un templo como el Campo de Rugby de las Terrazas. Ese césped siempre garantiza una lucha continua y un partido agotador. No hubo  duda. Todo fue como se esperaba. Nos acogieron como a ese familiar lejano que vuelve de visita, hubo hermanamiento en la grada, el escenario era el de las batallas épicas, y el encuentro duro como ducharse con agua fría en una tarde lluviosa de otoño.

Pese a que el resultado parezca de un partido de mitad de semana entre juveniles y sénior, lo cierto es que fue y no fue así. Desde luego que había muchos jugadores que se habían acostado con los Lunnis, pero la disputa no fue un paseo militar de los locales. Hortaleza sufría en cada contacto, en cada melé, en cada fase estática, pero vendió cara su piel abisinia. Al descanso sólo perdía 12-0 y había estado a punto de ensayar en dos ocasiones. De hecho, tres de los cinco ensayos que Alcobendas supo anotar fueron en la ultima media hora de partido, cuando la gesta de Hortaleza ya se contaba como la valentía de un escapado neutralizado por el pelotón en la etapa del Tourmalet.

El resultado final fue de 35-0. Nos quedamos con la nobleza y la hospitalidad del rival, que no bajo la intensidad en ningún momento pese a saberse ganador y que nos ofreció un buen tercer tiempo de reencuentros y panceta. Nos quedamos con la buena muerte que tuvo Hortaleza en el campo, ninguno de los jugadores se dejó algo de aliento. De hecho, sólo lo recuperaron cuando se juntó con el segundo equipo y éste le insufló fuerza (la de la cerveza del Midada). Nos quedamos con referentes como Ewok, que representa esos orígenes de Hortaleza, y en el campo suelta grapas y gracejos a partes iguales con el daltonismo talibán de quien sólo se reconoce en el escudo que tiene en el pecho. Y sobre todo, nos quedamos con la emoción del capitán al acabar el partido. Para Kiko esta fecha es más importante que Navidad y el sábado se trago más emoción que langostinos en Nochebuena ¡¡¡Qué grande eres Gordo!!!

Fotografías (archivo): Macarena del Valle y José Luis Hernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario