-Hermano, la espera y el frío es lo peor.
-¿Qué pasa con la pieza que ibais a matar?
-Hermano, por la selva aún corre en libertad.
Extracto del poema '¡Tigre! ¡Tigre!', 'El libro de la selva' (1894), de Rudyard Kipling.
El XV volvió a rescatar un empate cuando el tiempo expiraba (17-17). A cinco minutos para el final, Alcorcón se ponía por segunda vez por delante en el marcador, después de que Hortaleza empatara en la segunda mitad e insistiera más que su rival en invadir la zona de marca. El ritmo final del choque fue frenético y cuando parecía que la derrota caería sobre las escamosas camisetas negras de los dragones, éstos izaron el vuelo para el regocijo de su siempre escandalosa hinchada.
Los tigres de Alcorcón van camino esta temporada de formar parte de esa aciaga lista de grandes felinos que en su día se pasearon con voraz apetito por las selvas de la India, Bangladesh o Nepal. Aún relamiéndose y recreándose en el sabor de anteriores piezas, zancudas ripenses y jabalíes de la Alcarria incluidos, el calendario alteró de nuevo su posible gastronomía de esa semana y les puso a las puertas de la cueva del dragón. Caza mayor. Solo el hambre desesperado, y su afán por seguir escalando posiciones en la clasificación, les pondría ante tan extrañas criaturas, las mismas que tras su paso por el siempre convulso Yuncos, afilaban sus garras en la frías piedras de Hortaleza.
Los dragones son atípicas y extrañas piezas de cacería para los tigres y pronto se lo quisieron hacer saber. La torpeza de los felinos, a los que se presuponen siempre expertos, quedó patente durante los primeros minutos de la batida. Una serie de golpes de castigo puso al XV en una idónea posición para abrir el marcado con un lanzamiento a palos. Javi López erró la marca y aquello pareció azuzar los rojizos lomos de los de Alcorcón, que acorralaron al dragón en su cueva, de la que apenas pudo salir para hacer lo que más le gusta: pelear en terreno abierto, donde sus tres cuartos y delanteros más veloces son más certeros.
Los grandes gatos del suroeste de Madrid acecharon con porfiada paciencia a los dragones -maniatados ante la insistencia de su rival-, consiguiendo a la media hora pisar la zona de marca hasta en dos ocasiones, una de ellas atinando entre palos (0-12). Pese a pasar gran parte de la primera mitad martirizando las grupas de las bestias, la consistente defensa de éstas les mantuvo vivas para la montería que tendría lugar después del asueto.
Estaban vivos. El dragón se calentaba el gaznate ante la nueva ocasión que tenía de hincar el diente al tigre. Jim Corbett se paseaba en espíritu por el corro de la bestias, aconsejando y mostrando las artes que en su día a él le valieron para cobrarse una de las mayores leyendas de la naturaleza: la mortífera tigresa devoradora de hombres de Champawat, una fiera que se alimentó, entre otros animales, de 438 seres humanos entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
El arranque de la segunda mitad arrojó en tromba a los dragones. Antes de cumplirse los cinco minutos de la reanudación, Joe ensayaba bajo palos. El belga, el más letal de la línea de tres cuartos ese día, ahora sí rompía la defensa de los tigres y lograba colarse bajo palos. Patada fácil para Javi López (7-12). En la cueva ya no quedaba criatura alguna. Las mitológicas bestias asolaron una vez más sus dominios, monopolizaron el juego y las ocasiones e hicieron valer ante su rival su mejor estado físico. El segundo ensayo cayó finalmente a quince minutos para el final. Manolito abría el oval en la 22 para Chef, que logró zafarse de las fauces de dos tigres para posar de manera escorada y así igualar el resultado (12-12).
Sin embargo, el tigre es una oscura y taimada fiera. Está rodeada de ese reverso tenebroso que las frondosas selvas de Asia Meridional le confieren. Su espíritu eremita le hacen implacable. Es independiente, porfiado y nada perezoso, a diferencia de su primo el león, esa suerte de melenudo gato complaciente que vive del trabajo de su laborioso harén. El tigre está solo. En plena forma es muy peligroso, herido es letal. Así estaban los de Alcorcón: golpeados y pisoteados, pero con un miembro más en la manada que los locales tras el sin bin de Javi López. En un último y desesperado intento por cazar al dragón, le dieron un zarpazo que parecía definitivo cuando a cinco minutos para el final, y a la salida de una melé, conseguían de nuevo un ensayo (12-17).
Los dragones son atípicas y extrañas piezas de cacería para los tigres y pronto se lo quisieron hacer saber. La torpeza de los felinos, a los que se presuponen siempre expertos, quedó patente durante los primeros minutos de la batida. Una serie de golpes de castigo puso al XV en una idónea posición para abrir el marcado con un lanzamiento a palos. Javi López erró la marca y aquello pareció azuzar los rojizos lomos de los de Alcorcón, que acorralaron al dragón en su cueva, de la que apenas pudo salir para hacer lo que más le gusta: pelear en terreno abierto, donde sus tres cuartos y delanteros más veloces son más certeros.
Los grandes gatos del suroeste de Madrid acecharon con porfiada paciencia a los dragones -maniatados ante la insistencia de su rival-, consiguiendo a la media hora pisar la zona de marca hasta en dos ocasiones, una de ellas atinando entre palos (0-12). Pese a pasar gran parte de la primera mitad martirizando las grupas de las bestias, la consistente defensa de éstas les mantuvo vivas para la montería que tendría lugar después del asueto.
Estaban vivos. El dragón se calentaba el gaznate ante la nueva ocasión que tenía de hincar el diente al tigre. Jim Corbett se paseaba en espíritu por el corro de la bestias, aconsejando y mostrando las artes que en su día a él le valieron para cobrarse una de las mayores leyendas de la naturaleza: la mortífera tigresa devoradora de hombres de Champawat, una fiera que se alimentó, entre otros animales, de 438 seres humanos entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
El arranque de la segunda mitad arrojó en tromba a los dragones. Antes de cumplirse los cinco minutos de la reanudación, Joe ensayaba bajo palos. El belga, el más letal de la línea de tres cuartos ese día, ahora sí rompía la defensa de los tigres y lograba colarse bajo palos. Patada fácil para Javi López (7-12). En la cueva ya no quedaba criatura alguna. Las mitológicas bestias asolaron una vez más sus dominios, monopolizaron el juego y las ocasiones e hicieron valer ante su rival su mejor estado físico. El segundo ensayo cayó finalmente a quince minutos para el final. Manolito abría el oval en la 22 para Chef, que logró zafarse de las fauces de dos tigres para posar de manera escorada y así igualar el resultado (12-12).
Sin embargo, el tigre es una oscura y taimada fiera. Está rodeada de ese reverso tenebroso que las frondosas selvas de Asia Meridional le confieren. Su espíritu eremita le hacen implacable. Es independiente, porfiado y nada perezoso, a diferencia de su primo el león, esa suerte de melenudo gato complaciente que vive del trabajo de su laborioso harén. El tigre está solo. En plena forma es muy peligroso, herido es letal. Así estaban los de Alcorcón: golpeados y pisoteados, pero con un miembro más en la manada que los locales tras el sin bin de Javi López. En un último y desesperado intento por cazar al dragón, le dieron un zarpazo que parecía definitivo cuando a cinco minutos para el final, y a la salida de una melé, conseguían de nuevo un ensayo (12-17).
Alineación: 1. Maño (16. Ben), 2. Pachi, 3. Chencho (c); 4. Brasas (19. Topo) (18. Tamin), 5. Françoise: 6. Pumuki, 7. Andrés (20. Urki), 8. Chef; 9. Pelusa (m.m), 10. Javi López (ap.); 11. Chewaka, 12. Manolito, 13. Joe, 14. Tobi (22. Rosales); 15. Richi.
Resultado final: XV Hortaleza 'B' 17 - RC Alcorcón 17.
Anotadores: Joe, 5 puntos; Javi López, 2 ptos; Chef, 10 ptos.
Fotografías: Andrea Torrecillas.
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