Los
caminantes del Hortal se citaron en el Antonio Machado de Alcalá de
Henares para continuar avanzando por la senda del triunfo, iniciada,
amén del intervalo académico impartido por los doctores argentinos
de Brandsen, con la estimulante etapa victoriosa de Puerta del
Hierro. Sin embargo, los locales no desperdiciaron las concesiones de
los dragones para ir engrosando su casillero, hasta llegar a la
sangría final (45-17).
Caminante,
son tus huellas
el
camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Antonio Machado (1875-1939).
Alcalá
pronto empezó a explotar las carencias del XV, entre ellas, la
permisividad e ingenuidad que mostraron sus delanteros en los
agrupamientos que nacían de las touches, que sumado a las carencias
generales en el placaje, permitieron a los locales darse un atracón
de ensayos, que si bien en la teoría no reflejan una diferencia tal,
sí lo fue en el único lugar en donde verdaderamente importa, el
terreno de juego.
Los
primeros puntos para el conjunto de la campiña madrileña nacieron
de un maul que los dragones no supieron parar; escasos minutos
después, su línea de tres cuartos entraba cual cuchillo en
mantequilla por la defensa visitante, con la inestimable colaboración
de sus homólogos del XV. Sin embargo, las desaforadas acometidas de
Parra y Coppel espolearon las escamosas grupas de los saurios,
quienes aún no habían sido fustigados en su orgullo. El rubio
zaragozano quiso ponerle emoción al encuentro y anotó el primer
ensayo de los suyos tras una potente e iracunda carrera, dejando tras
de sí a varios jugadores alcalaínos (10-5).
El
XV etíope parecía despertar después de un inicio dubitativo y
acechaba con cierto peligro la zona de marca de los locales, en
especial gracias al ahínco de la delantera, de nuevo pastoreada por
Pelusa, el samoano del Hortal. El ensayo, no obstante, vino de nuevo
por parte de Alcalá, gracias a otro maul a escasos metros de la zona
de marca (17-5).
Hortaleza
no quería rendirse y de nuevo se lanzó al ataque. Antes de que
expirara el primer tiempo, una furiosa cabalgada de Parra puso a sus
compañeros a cinco metros de la línea de ensayo. Con la ventaja por
una anterior infracción de Alcalá, Chencho aspiró, aunque sin
éxito, a plantar el oval. Finalmente fue el espabilado Pelusa quien
agotó la prebenda arbitral ante la mirada atónita de los locales
(17-12).
Al
descanso, la ventaja local parecía reversible, pero un nuevo golpe
cayó pesadamente sobre las fauces del dragón cuando aún no se
había cumplido siquiera el primer minutos de los 40 que quedaban por
disputar. Sirviéndose de la impericia del verbenero zaguero,
Ocaña, quien tuvo que entrar al poco tiempo por la lesión de
Duende, los de Alcalá ampliaron la ventaja, esta vez con acierto a
palos incluido (22-12). Siguiendo el guión del primer tiempo, los
del Hortal consiguieron sobreponerse; pero el tiempo pasaba y las
piernas flojeaban. Alistando en sus filas castrenses a cualquiera de
los ocho delanteros que reclamaban para sí el oval, los tres cuartos
les mandaban sin ningún pudor a la guerra del ensayo, siendo el
recién incorporado Urki quien saboreara por primera vez las mieles
de dejar la almendra tras las líneas enemigas (22-17).
Ahí
pereció el Hortal. Alcalá siguió ahondando en las carencias de los
dragones, quienes veían como el resultado crecía en su contra sin
que pudieran remediarlo (45-17). Los arrebatos de la primera mitad fueron
menguando y con ello el espíritu del equipo, a merced ahora de los
anfitriones. El camino hacia el punto bónus estaba ya demasiado
lejos para las alechugadas extremidades aladas de los saurios, que
tendrán que esperar una semana más para poder relanzar por enésima
vez sus aspiraciones de vuelo.
Antonio
Machado soñaba con caminos repletos de verdes pinos y polvorientas
encinas, en cuyo horizonte se dibujaban colinas tan doradas, que ni
la tarde más oscura era capaz de ensombrecer. Sin embargo, los
caminantes del Hortal deambulan por sendas muy distintas a las
imaginadas por el poeta sevillano. Las huellas del dragón carecen de
profundidad, pese al colosal tamaño que se le presuponen a estos
saurios. No hay camino, pues no se ha hecho al andar. El paso, torpe
y vacilante, huella de nuevo la senda que nunca se debería haber
vuelto a pisar.
Alineación:
1. Chencho (c), 2. Soto (17. Chemari), 3. Julián (16. Pakirrín); 4.
Brasas (18. Isma), 5. Chef; 6 Parra. 7. Admin (19. Urki); 8. Coppel
(20. Pedro); 9. Pelusa (m.m); 10. Dosser (ap.); 11. Peti, 12. Martin;
13. Rodri, 14. Chewaka; 15. Duende (22.Ocaña).
Convocados:
21. Muscu.
Marcador
final:
RC Alcalá 45 – XV Hortaleza ‘B’ 17
Anotadores:
Parra, 5 ptos; Pelusa, 5; Urki, 5; Ocaña, 2.
Fotografías: Itziar Pulido.
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