jueves, 3 de abril de 2014

Hortaleza era una fiesta. XV Hortaleza ‘B’ 61 - RC Toledo 15



La vida es un aprendizaje continuo y el rugby, por supuesto, no es la excepción. En ese camino transitan los muchachos del Hortal, ávidos de nuevos conocimientos que les sirvan para ejecutar periplos tan estimulantes como las rutas de Toledo, recién conquistadas este pasado fin de semana (61-15).



“Era una maravilla bajar los largos tramos de escaleras y tener conciencia de que el trabajo se me había dado bien. Cada día seguía trabajando hasta que una cosa tomaba forma, y siempre me interrumpía cuando veía claro que tenía que seguir. Así estaba seguro de continuar al día siguiente”.

‘París era una fiesta’, Ernest Hemingway (1899-1961).

La tercera regional echaba el cierre por este año con un duelo directo entre dos equipos, que si bien en un principio podría rozar la intrascendencia, las incógnitas que rodean a los ascensos y descensos del resto de categorías de mayor nivel le otorgaban cierto halo de relevancia, en cuanto a la necesidad de alejarse de las zonas peligrosas de la clasificación, sin que esto, a día de hoy, sea sinónimo de nada.

Las águilas de Toledo llegaban por encima en la clasificación a la cueva del dragón, escenario en el que no ganaba esta delegación del XV desde que recibiera con éxito a Alcalá en la primera vuelta del campeonato. El equipo del Hortal presentaba para la ocasión una mezcla de viejos conocidos con lozanas aportaciones tan propias a estas alturas de la temporada.

El primer acto comenzó con la promesa implícita hecha por ambos equipos que por cada golpe recibido contestarían, al menos, de igual manera; que cada vez que cayesen, se levantarían buscando para el rival la misma suerte que acababan de saborear; que las invasiones serían severamente castigadas; y que no pasaría un solo instante sin que cada uno de los presentes en el terreno de juego supiera que estaba sujeto de manera inexorable a este pacto alado entre dragones y águilas.

Los primeros envites hacían presagiar una mañana complicada, correosa, de esas a las que se ha tenido que someter con mayor o menos fortuna el XV abisinio del Hortal. Ambos conjuntos tuvieron sus alternativas en los primeros minutos, pero fueron repelidas, bien por las defensas, bien por los errores propios. Los primeros en golpear fueron los dragones, quienes antes de cumplirse los primeros diez minutos de juego consiguieron trazar una larga jugada en continuidad, moviendo la almendra de un lado a otro del campo, en cuya última esquina apareció Hobbit, quien desde hace una jornadas vuelve a formar parte de esta Comunidad del Oval (5-0).

Poco tiempo después Toledo contestaba con un drop, después de que sus delanteros consiguieran robar un ruck a diez metros de la zona de marca (5-3). A partir de esa jugada llegaron los momentos más críticos de Hortaleza en todo el partido, minutos que se saldaron con un ensayo en contra (5-8) a la media hora, tras varios golpes de castigo cometidos, que los manchegos supieron cobrar después de haber rozado hasta en tres ocasiones la zona de marca local.

Sin embargo, el sino del partido parecía empezar a vislumbrarse para los más optimistas cuando un jugador manchego realizó un placaje alto sobre Tobías, cuando el juvenil ya superaba la 22. Tarjeta amarilla y diez minutos que Hortaleza aprovechó para ponerse por delante en el marcador y en el juego. La jugada siguiente a la expulsión trajo consigo el ensayo de Pelusa, quien se cobró un golpe de castigo a escasos metros del in-gol, el cual fue convertido por Pira (12-8), que comenzaría con esa patada su recital matutino, coronando su actuación con siete impecables lanzamientos más a palos.

En la segunda parte una marea negra en forma de equipo de rugby de tercera regional asoló las instalaciones del Hortal. Las alas del dragón se desplegaron en toda su envergadura para encapotar cualquier conato de luz que pudiera iluminar el camino de las águilas manchegas, que pese a ser avasalladas durante cuarenta largos minutos, cayeron con orgullo.

A los cinco minutos del segundo acto, Hortaleza ya tenía en el bolsillo el punto bonus ofensivo tras las dos nuevas marcas de Chef y Pira, que seguía a lo suyo, pateando con éxito pese a la dificultad de la posición en la que se hallara. Toledo se vio incapaz de frenar los inmisericordes ataques abisinios, quienes honraron por fin el nombre de este pueblo africano, que jamás fue colonizado, manteniendo así su independencia pese al prorrateo desigual del continente por parte de las potencias europeas.

Caían y caían los ensayos. Hobbit, el aplicado zaguero de La Comarca, volvía a portar el oval hacía las zonas indómitas de los manchegos, al igual que Dosser, valiente escudero de la línea de tres cuartos. Chewaka, jardinero de profesión y montaraz en tiempos de asueto, ponía el delirio en las gradas y en el posterior acto bautismal del que sería protagonista en el tercer tiempo,  con sus primeros cinco puntos con la negra zamarra del Hortal. El pelotón de fusilamiento con Fran y Alex en cabeza redondeaba un holgado triunfo, que poco antes había sido maquillado por el último reducto de la resistencia toledana (61-15).

Hemingway escribió una vez que todo, lo bueno y lo malo, cuando se interrumpe deja siempre un vacío que llenar. Sin embargo, mientras que el vacío de lo malo se llena por sí solo, lo bueno siempre deja un espacio que solo puede llenarse descubriendo algo mejor. Nos vemos en la Copa.

Alineación: 1. Chencho (c), 2. Álvaro (16. Chemari, ’40), 3. Julián (17. Alex, 34’); 4. Tobías (18. Borja, 40’); 5. Chef (19. Isma, 57’); 6. Cutrapali, 7. Fran, 8. Coppel; 9. Pelusa (m.m), 10. Pira (ap.); 11. Chewaka, 12. Martin (20. Pepe, 45’), 13. Dosser (21. Pedro, ‘61), 14. Amat (22. Damián, 53’); 15. Hobbit.



Resultado final: XV Hortaleza ‘B’ 61 – RC Toledo 15

Anotadores: Hobbit, 10 puntos; Pira, 21 ptos; Pelusa, 5 ptos; Chef, 5 ptos; Dosser, 5 ptos; Chewaka, 5 ptos; Fran, 5 ptos; Alex, 5 ptos. 

Fotografías: José Luis Hernández Sanz.

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