domingo, 10 de noviembre de 2013

Descalabro del 'Senior B' en Hortaleza

hortaleza vs arquitecturac 17

El XV de Hortaleza protagonizó una desastrosa tarde de sábado en la que volvió a abrazar viejos vicios y evidenció una insultante indolencia ante las acometidas de su rival, que se paseó con bochornosa superioridad por la mal llamada cueva de los dragones, si se tiene en cuenta lo escasamente fieros que se mostraron ante los veteranos jugadores del tercer equipo de Arquitectura (15-79).

El dragón, que jamás salió de su cueva, apenas puso resistencia en la defensa de sus dominios. La fiereza que se le presupone jamás la dejó entrever y los alegatos al orgullo propio a medida que los ensayos rivales caían como pesadas losas, no eran más que desesperadas súplicas guiadas más hacia el frágil ánimo de quien las emitía que al de los supuestos destinatarios.

Intimidados por las primeras arremetidas de sus asaltantes, los de Hortaleza encajaron uno tras otro los casi consecutivos e inmisericordes golpes como si de estoicos  boxeadores se tratasen. Sin embargo, besaron tantas veces la lona que ya casi no dolía. Se levantaban por pura inercia, mirando un verde pasto tan artificial como su presencia allí, en su casa, en su campo, en sus dominios, profanados esa tarde con lacerantes sacudidas imposibles de detener.

Escandalosos fallos en el placaje propiciaron el crecimiento de su rival, que a buen seguro jamás imaginó que encontraría tantas facilidades en su visita a Hortaleza. A la manifiesta superioridad mostrada por los altivos visitantes se le sumó una suerte de humillante desidia que minuto a minuto se fue apoderando del XV, incapaz colectivamente de ofrecer un atisbo de pundonor que justificara el viaje de su inquieta y animosa hinchada hasta las frías tribunas de piedra de esa maltrecha guarida de dragones.
Cualquier espasmo, que ni los más optimistas pudieron considerar como un síntoma de una sorprendente reacción, era respondido por La Escuela con dolorosos ensayos. El agua se tornó más insípida que nunca y la camiseta adquirió un funesto color negro del que siempre había conseguido huir gracias a los vivos colores verde, amarillo y rojo de la bandera etíope, que engalanan su bella oscuridad.

Sin embargo, numerosas son las leyendas que narran historias de fantásticos dragones dormidos. Folclóricas bestias escandinavas, que al amparo de sus angostas cavernas, reposan el orgullo herido de antediluvianas batallas. Temidas fieras que guardan con recelo, no ya fastuosos tesoros  ni bellas princesas, sino el símbolo de su caída, una suerte de almendra de cuero de confuso baile, que no entiende de fidelidades. Sobre su derrota, las insignes figuras de esos dragones mitológicos se erguirán majestuosas, porque siempre ha sido así, y porque el camino que decidieron tomar no entiende de atajos.

Alineación: 1. Muñeco, 2. Chencho (c), 3. Pakirrín; 4. Daver, 5. Isma, 6. Harpo, 7. Chef, 8. Pedro; 9. Pelusa (m.m), 10. Javi López (ap.); 11. Roberto Fuentes, 12. Doser, 13. Ocaña, 14. Keko, 15. Chewaka.

También jugaron: 16. Chemari, 17. Julían, 18. Alexón, 19. Muscu, 20. Abad.

Marcador: Ensayos: Chef (2), Pelusa.

Texto: Marcos Teixeira

Fotografías: Jorge Bodelón

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