El tipo con el que hemos hablado hoy llegó casi de casualidad a esto del rugby y cayó en Hortaleza porque era del barrio. Desde el club tienen suerte de que Chencho (Madrid, 1977) no se haya criado en Fresno de Torete. Tanta o más de la que tuvieron en el Rojo cuando a falta de capitán pasaba por ahí y se propuso para el cargo. Sin duda los mejores años del segundo equipo fueron con él llevando la voz cantante en los corrillos.
"Al principio tuve dudas de si no retrasarlo un año más, pero la verdad es que tengo muchas ganas de estar al frente del Rojo, que en los últimos años ha estado a la deriva, y volver a ponerlo dónde se merece. Hacer grupo y que pueda competir en el categoría en la que juegue y en los entrenamientos".
Sin embargo, su trayectoria como entrenador es de todo menos improvisada. Su llegada a los banquillos del Rojo ha sido un proceso paulatino, empezando con los sub-6, "era exhausto", reconoce, "requerían mucha energía". Una sensación que ha rememorado a lo largo del último año cuando la pandemia nos encerró a todos en casa.
"Tener a dos niños tan pequeños en casa durante 24 horas se nos hizo muy difícil. Los críos querían salir a la calle, el pequeño hasta lloraba. Poco a poco llegó el verano y se nos olvidó. No sé si hemos aprendido algo de todo esto".
Ha sido su crecimiento junto a los críos de Hortaleza lo que más destaca Chencho de su aprendizaje. "Creo que todo entrenador debería de comenzar por ahí, por categorías inferiores, conoces a los niños y es así como te vas formando". Además de poder ver cómo muchos de ellos han andado el mismo camino que él hasta llegar al senior, como Pablo Senosiain, a quien tuvo en benjamines, hay otros miembros de la camada, cuya lealtad al club de la abisinia han confirmado pasa por su regencia, cual Haile Selassie moderno, pero sin el despotismo y la megalomanía.
"Como entrenador sub-18 es lo más satisfactorio porque estás preparando a chicos para que suban a senior y hay muchos que lo consiguen. El primer año fue duro, el de 2000, éramos muy pocos, 20 o 22 jugadores, pero conseguimos, no sé muy bien cómo, acabar la temporada".
Una dificultad que también observa en la atípica y desconcertante temporada que hay por delante, o quizás no, visto que se va a catástrofe semanal. "Es un año difícil, de transición, pero hay que pasarlo, espero que esto nos sirva para el que viene. Tengo expectativas, creo que se va a competir y va a salir un grupo importante para el futuro.
Resulta curioso echar una vista al pasado, seis años atrás para ser algo más precisos, y comprobar como Chencho no las tenía todas consigo con respecto al Rojo cuando junto a Kiko New Hortal Times les abordó para que comentarán un poco cómo veían aquella temporada. Aquel desconcierto que mostró contrasta con la confianza que desborda ahora, pese a la precaria coyuntura actual.
"Yo estoy contento con el Rojo. Sobre todo veo mucha ilusión, gente que trabaja, que es humilde y eso es lo más importante. Sentar la bases y competir, estoy completamente seguro de que vamos a competir, vamos a ser un equipo con mayúsculas".
La baja participación, la escasa motivación por parte de algunos jugadores y la incertidumbre de saber qué pasará con la pandemia no son óbice para escucharle repetir durante la conversación la misma palabra, "ilusión".
"Entendiendo la problemática de cada uno, la casuística es amplia, hay también una falta de compromiso por parte de algunos preocupante. En general hace falta más humildad, trabajar más, escuchar, y hablar menos, y así en general nos iría mejor".
Chencho es consciente de que si más arriba fallan las cosas, el siguiente en padecer las consecuencias será el Rojo, pues en su condición de segundo equipo, "sus planes pasan por las necesidades del primero". Aunque, como ha quedado demostrado, de confianza no va justo, gracias sobre todo a "una base formada por una veintena de jugadores, que baja a entrenar, que muestra ilusión", que, en definitiva, es lo más importante.
"Si tienes actitud y bajas a entrenar, poco a poco irás cogiendo los mecanismos, irás aprendiendo y de esos hay varios. Tenemos gente con más experiencia como Chef, Dani, y alguno que pueda caer del primer equipo y luego ya los que vaya subiendo, esa es la mezcla.
Con ello, sigue transitando por los caminos siempre tornadizos de la ambivalencia, puesto que no deja de reconocer que pese a todo, "la temporada está siendo muy difícil para los entrenadores", con "problemas cada semana", ya fuera antes por las restricciones impuestas por el coronavirus, ahora por la pronunciada caída en la comparecencia de muchos jugadores en los entrenamientos.
Así, vista la situación, tampoco se marca objetivos, puesto que ya "te los marca la realidad", ella irá poniendo y quitando, acierta. "Hasta que no empecemos no sabemos lo que puede ocurrir. En principio del primer equipo se espera que pueda competir para lograr subir a DHB, pero va a depender de quién dispongamos"
"No lo sabemos", remarca. "Lo mismo nos toca más un año de transición, de conocernos, de asentar las bases. Cuando empiece la liga ya veremos".
De momento la liga no, todavía quedan una semanas para que empiece, pero antes tienen esta suerte de copa Covid-19 en la que el Rojo puede comenzar a intuir que senda puede o no atravesar este año.
Quizás a final de temporada se pueda celebrar algo, el mero hecho de haber podido jugar, ya sería mucho. O volver a poder reunirse bajo los vapores etílicos de un tercer tiempo sin temor a los aerosoles, como aquel interminable de Loeches, o el de Alcorcón, cerrado por todo lo alto cuando al llegar a casa su pareja le dijo que en nueve meses llegaría Martín.
Fotografía cortesía del entrevistado.
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