La historia de cuando repetimos en Hardvarcete. Un cuento con viajes al futuro, recompensas 'jäggerianas', ataque de hormonas, bailes arrebatadores, estrategias de cobertura y acoso, dragones que no sólo sabían escupir fuego y una vuelta a casa de: "Tú duerme, tú duerme, que no te va a doler". La aventura que vamos a relatar resume las hazañas del VII de Hortaleza en cuatro sencillas citas: "Arriba puta"; "con ritmo, como Fiji"; "yo tengo un pabellón" y "tu madre es un autobús"
"Arriba puta"
Todavía no había llegado el día del torneo y ya había jugadores que empezaban
a dar la nota de color del Seven de Albacete. Digna de mención fueron las
cagadas del Chef y, especialmente, la previsión distraída de Koala, que a
partir de este fin de semana sería rebautizado como Marty McFly. Pero vayamos
por partes.
El Chef, en su infinita empanada, tuvo que recurrir a su archienemigo en
las convocatorias y mejor compañero de césped y vestuario, el alquimista Daver,
para poder acudir en hora al punto de encuentro del autobús. Con la delicadeza
de la que hace gala el portugués, consiguió que el siempre ¿comedido?, ¿paciente?
y ¿equilibrado? Bodelón le mandara, textualmente, "a tomar por culo", no sin
antes recomendarle el buen servicio de los taxis de Madrid.
Pero la verdadera anécdota previa del seven es la que, como mencionábamos más
arriba, protagonizó el renombrado Marty McFly. Quién sabe si movido por la
autoridad del cuerpo técnico (qué ‘cuerpaso’), por su excesiva previsión o por
la natural empanada mental propia de los juveniles, apareció un día antes de lo
acordado en el campo del XV, punto de salida de la expedición a tierras
manchegas. Probablemente nunca hubiésemos sabido de semejante hazaña si Plumas
no se hubiera encontrado a Koala en Mar de Cristal. Nuestro querido y
velocérrimo Krispin se topó a McFly de vuelta del futuro volviendo de fiesta. Es entonces cuando a los juveniles se les ocurrió
dormir juntos para poder llegar a tiempo al autobús. Una
ocurrencia que dio lugar a otra de las anécdotas de esta
excursión a Albacete.
'La tropa Goofy', compuesta por Alfonso, Plumas, Amat, Tobías, McFly y Fran,
durmió en casa de este último. En esa
habitación, una verdadera olla express de hormonas, los juveniles quisieron
establecer una entente cordial ante lo que iba a ser su bautismo
de fuego con los veteranos. Más de 30 horas a merced de los más hideputas del
equipo senior. Como siempre ocurre con estas cosas, el pacto quedó en agua de
borrajas y los chicos fueron sometidos a “las aventuras” pertinentes, ninguna
demasiado vejatoria, ninguna demasiado inocente...
Poco pusieron de su parte para no dar razones a la mofa dentro del equipo. El resto del grupo pudo desperezarse viendo como un grupo de jovenzuelos cargados de material de camping recorría desorientado el barrio de Hortaleza en fila india, como si de una pandilla de 'scouts' se tratara. Fue el ingrediente perfecto para despertar las burlas y a los propios jugadores. Nada bueno auguraba que los chavales más lozanos del XV y ¿despiertos? se equivocaran en la dirección a tomar, pocos ensayos podíamos esperar de ellos con la pedrada en la cabeza que llevaban. Sin embargo, hay pocas cosas que no solucione un buen incentivo, un premio necesario para motivar a una panda de 'aborrescentes' despistados. En este caso tan sólo hizo falta que el más quinqui de los veteranos pusiera sobre la mesa cinco chupitos de Jäggermeister al juvenil que más ensayos anotara. Las cosas parece que fueron bien, según nuestras cuentas el ránking quedo así:
Pero no adelantemos acontecimientos que aún no hemos llegado a Albacete. El viaje en autobús fue mucho más tranquilo de lo que se esperaba en una cita así. Podemos pensar que era esa calma previa de la que hablan los que sobreviven a un bombardeo o la quietud antes de un episodio de la gota fría. El caso es que todos, o casi todos, dormimos las horas que no pudimos dormir por el madrugón. Tanto fue así que incluso se nos olvidó tomar el desayuno. Ese día la comida iba a consistir en Isostar, barritas energéticas guarras, y más plátanos y naranjas que en la frutería del Mercadona.
Completaban el elenco de participantes los combativos y patriotas paracaidistas, amantes del 'pick&go' y el 'maul' (exóticas artes en el seven), un aguerrido equipo juvenil de tierras manchegas ('Los Malévolos del Peinado'), Denia y el conjunto anfitrión, los 'Gañaners'. Los dos equipos representantes del club del dragón fueron XV de Hortaleza 1 y XV de Hortaleza 2 (originalidad y salero al poder, sí). Los hortalinos cumplieron con las expectativas y se clasificaron entre los cuatro primeros tras una maratoniana fase de liguilla.
Más maratoniana sería aún para los juveniles, que doblaban partidos y sumaban ensayos en busca del prometido reconocimiento chupitero. Eladio, por su parte, pedía a sus muchachos "de las circunstancias", cual pastor de secta, que buscaran y siguieran a un líder. Encontraron uno que distaba mucho de las típicas figuras mesiánicas propias de estas disidentes camarillas. Un adalid que, pese a su nombre, Ewok, no había llegado desde la luna boscosa de Endor. El elegido, cuya ira es solo superada por su mundanal discurso, pidió jugar con corazón, al mismo tiempo que ofrecía consejos para seguir ilustrando este cuaderno que estás leyendo, no sin antes resaltar la posibilidad de mandar al hospital a alguno de sus "hermanos" por el simple hecho de estar frente a él: "Lo siento, pero esto es rugby".
La solana albaceteña se apoderaba del sábado al ritmo de las cuatro canciones que componían la banda sonora del torneo. El soundtrack del seven contagió las extremidades superiores de nuestro Kozo Kira particular e hizo lo propio con las inferiores del capitán en la sombra, quien invitó a su rebaño de retales a imprimir ritmo a su juego: "como Fiji", decía, mientras contoneaba sus ancas al son de Los Fabulosos Cadillacs.
Entre "estirad", "poneos las botas que jugamos", "el siguiente nos toca", "¿Cuántos partidos nos quedan?", "a falta de birra ¿Por qué no preparas unos isostar?", "¡A calentar!", "¿Cuántos ensayos lleva Adri?", "¿Dónde está la navaja?", "¿Quién quiere un plátano?", "10 copas 35 euros en La Fábrica", "Voy a pedirme el litro de cerveza más grande que haya en la barra cuando todo acabe" iba transcurriendo el torneo... Por lo menos el de jugar.
Después de la comida todo lo que suponía salir de la fresca sombra se convertía en un lamento. Muchos veían en cada partido una amenaza a sus energías y ganas de rumba posterior. De hecho, a las tortugas les consta que más de uno se dosificó para el jolgorio nocturno. Hay quien incluso ensyaba durante el juego los bailes que iba a poner en práctica en medio de la Fábrica, los mismos jugadores que renunciaban a correr porque las ampollas molestan mucho para bailar el boogie boogie...
Poco pusieron de su parte para no dar razones a la mofa dentro del equipo. El resto del grupo pudo desperezarse viendo como un grupo de jovenzuelos cargados de material de camping recorría desorientado el barrio de Hortaleza en fila india, como si de una pandilla de 'scouts' se tratara. Fue el ingrediente perfecto para despertar las burlas y a los propios jugadores. Nada bueno auguraba que los chavales más lozanos del XV y ¿despiertos? se equivocaran en la dirección a tomar, pocos ensayos podíamos esperar de ellos con la pedrada en la cabeza que llevaban. Sin embargo, hay pocas cosas que no solucione un buen incentivo, un premio necesario para motivar a una panda de 'aborrescentes' despistados. En este caso tan sólo hizo falta que el más quinqui de los veteranos pusiera sobre la mesa cinco chupitos de Jäggermeister al juvenil que más ensayos anotara. Las cosas parece que fueron bien, según nuestras cuentas el ránking quedo así:
- Koala/Mc Fly (10)
- Plumas (9)
- Alfonso y Amat (7 cada uno)
- Fran (5)
Pero no adelantemos acontecimientos que aún no hemos llegado a Albacete. El viaje en autobús fue mucho más tranquilo de lo que se esperaba en una cita así. Podemos pensar que era esa calma previa de la que hablan los que sobreviven a un bombardeo o la quietud antes de un episodio de la gota fría. El caso es que todos, o casi todos, dormimos las horas que no pudimos dormir por el madrugón. Tanto fue así que incluso se nos olvidó tomar el desayuno. Ese día la comida iba a consistir en Isostar, barritas energéticas guarras, y más plátanos y naranjas que en la frutería del Mercadona.
"Con ritmo, como Fiji"
Al torneo fuimos los primeros en llegar y los últimos en irnos. De hecho nos tocó jugar el segundo partido con el equipo renombrado 'Wiss la maman', 'equipo parodia' que supo suplir con entrega y destellos de ese 'flow' tan lucido en el seven a uno de los favoritos para llevarse el torneo, ausentes tras preferir centrarse en otras disputas a la cita albaceteña.
Completaban el elenco de participantes los combativos y patriotas paracaidistas, amantes del 'pick&go' y el 'maul' (exóticas artes en el seven), un aguerrido equipo juvenil de tierras manchegas ('Los Malévolos del Peinado'), Denia y el conjunto anfitrión, los 'Gañaners'. Los dos equipos representantes del club del dragón fueron XV de Hortaleza 1 y XV de Hortaleza 2 (originalidad y salero al poder, sí). Los hortalinos cumplieron con las expectativas y se clasificaron entre los cuatro primeros tras una maratoniana fase de liguilla.
Más maratoniana sería aún para los juveniles, que doblaban partidos y sumaban ensayos en busca del prometido reconocimiento chupitero. Eladio, por su parte, pedía a sus muchachos "de las circunstancias", cual pastor de secta, que buscaran y siguieran a un líder. Encontraron uno que distaba mucho de las típicas figuras mesiánicas propias de estas disidentes camarillas. Un adalid que, pese a su nombre, Ewok, no había llegado desde la luna boscosa de Endor. El elegido, cuya ira es solo superada por su mundanal discurso, pidió jugar con corazón, al mismo tiempo que ofrecía consejos para seguir ilustrando este cuaderno que estás leyendo, no sin antes resaltar la posibilidad de mandar al hospital a alguno de sus "hermanos" por el simple hecho de estar frente a él: "Lo siento, pero esto es rugby".
La solana albaceteña se apoderaba del sábado al ritmo de las cuatro canciones que componían la banda sonora del torneo. El soundtrack del seven contagió las extremidades superiores de nuestro Kozo Kira particular e hizo lo propio con las inferiores del capitán en la sombra, quien invitó a su rebaño de retales a imprimir ritmo a su juego: "como Fiji", decía, mientras contoneaba sus ancas al son de Los Fabulosos Cadillacs.
Entre "estirad", "poneos las botas que jugamos", "el siguiente nos toca", "¿Cuántos partidos nos quedan?", "a falta de birra ¿Por qué no preparas unos isostar?", "¡A calentar!", "¿Cuántos ensayos lleva Adri?", "¿Dónde está la navaja?", "¿Quién quiere un plátano?", "10 copas 35 euros en La Fábrica", "Voy a pedirme el litro de cerveza más grande que haya en la barra cuando todo acabe" iba transcurriendo el torneo... Por lo menos el de jugar.
Después de la comida todo lo que suponía salir de la fresca sombra se convertía en un lamento. Muchos veían en cada partido una amenaza a sus energías y ganas de rumba posterior. De hecho, a las tortugas les consta que más de uno se dosificó para el jolgorio nocturno. Hay quien incluso ensyaba durante el juego los bailes que iba a poner en práctica en medio de la Fábrica, los mismos jugadores que renunciaban a correr porque las ampollas molestan mucho para bailar el boogie boogie...
"Yo tengo un pabellón"
El campeonato daba a su fin y después de saciar el ansia puta de los ¿deportistas? con los primeros tragos de cerveza en muuuuuchas horas, cada sujeto se iba a la ducha para mudarse en jugadores de barra de bar. Se pudieron ver atuendos de lo más variopintos. Desde los que ya celebraban los triunfos del balompié, hasta aquellos que hicieron suya la fiesta escocesa para convertir el 'kilt' en algo más mesetario. Cómo no, los hortalinos también pudieron sacar a relucir sus atuendos recién adquiridos. Incluso hubo espacio para la experimentación con la fusión etnográfica o para mostrar una versión propia de lo que es ir vestido de escocés. Pero no hubo mucho tiempo para regocijarse en el tercer tiempo. Un litro bebido con ansia y dos hamburguesas devoradas al modo sierpe después, cada mochuelo se iba a su olivo con la perspectiva de volver a reencontrarse en esa tierra prometida de nombre fabril.
Y allí nos reencontramos. Los dragones son como los salmones, siempre vuelven al sitio de donde proceden, y a buen seguro (los veteranos lo pueden corroborar) el XV nació en una barra de bar. Por eso es allí donde los juveniles deben integrarse definitivamente en el grupo. En esta ocasión, el agraciado fue nuestro querido McFly, ahora en la reserva tras el cariño desmedido de Clark Li Kent en el entrenamiento. El bisoño 'scorer' fue premiado con la media aritmética que propuso Bodelón: diez ensayos son cinco chupitos. Y para digerirlos mejor, tres vueltecitas para cada lado; para bailarlos mejor. Pero mejor que contárolso, podéis ver la secuencia a continuación.
La noche no había hecho más que empezar. Mientras unos estrechaban lazos con nuestros amigos de Albacete, los juveniles dejaban volar sus feromonas para emparrarse con la baja espalda inverosímil de la RRPP de La Fábrica. El arte de empanarse es algo que practican mucho nuestros lozanos jugadores; pero ellos lo llaman concentrarse en otras cosas. Por otro lado, Villa comenzaba a hostigar a las féminas con escaso éxito. Si los juveniles son hormonas andantes, el maestro Villasante es como la reina 'slurm' que defeca chorros de hormonas con la intención de ahogar a cualquier chica distraída para llevársela al catre. Además, ni siquiera se preocupa de que la pareja/contrario de la susodicha sea el dueño del lugar, arbitro del torneo y quien te sirve las copas. Hasta Dora la Exploradora fue salpicada por sus artes (menos mal que es un personaje ducho en aquello de tratar todo tipo de bestias).
Sin embargo, la estrella del Kin Ball genera tanta rabia como cariño entre sus cercanos. De ahí que la revelación del torneo, Su-Borj o como se le llama por la noche Borja Manero, se ofreciera a desplegar todos sus bailes de apareamiento con la amiga del objetivo de Villa, una maniobra de cobertura tan inútil como generosa en cachondeo para el resto del equipo. Lo que no sabe esta dupla es que las flechas de Cupido no entienden de redes sociales de ligoteo o de estrategias amatorias. Fue Oti, Otilia Panza en la tierra de Don Quijote, quien le hiciera la cobertura al segunda palomero, para que ligara con un hombre que manifestó la atracción que le generaba diciendo: "Qué guapo es, me puede hacer lo que quiera, ya, ahora mismo si quiere".
Los más maduritos estaban a otra guerra. Bodelón movía su taburete en busca de una posición elevada que le permitiera divisar el comportamiento de la fauna hortalina. Y es que el egresado de la Mara Salvatrucha en Hortaleza no es tan macarra como hace ver con su aspecto, más bien hizo de renqueante Papá Pitufo al tanto de lo que hacían el resto de dragones. El otro amante de la tinta, Urki, inclumplía repetidamente con el binomio pinta-jäger la sentencia que compartió al inicio noche: "No voy a aguantar nada. Qué pronto voy a volver al hostal". Marcos, en su cruzada contra Coca-cola, se dio a la exótica mezcla del whisky con casera mientras buscaba espacio en el garito para su naturaleza revoltosa. La misma naturaleza que le ha dado dos metros de altura y hace que se le vea allá donde vaya. Pelut bastante tenía con lidiar con el pseudónimo que ocultaba, 'Osito' (es lo que tiene mezclar grupos). Este fue un verdadero motivo de alegría para Pastelito que por fin conseguía vengarse y compartir su desdicha de apodo con otros jugadores. Parece que las combinaciones de la linea para el año que viene serán de lo más extravagantes: Osito, Pastelito, Plumas, Magia... En otro rincón: Gonzalo sonreía a veces y poquito, 'Dosser Borracho' ponía en practica el baile Kárate Kit, Cutrápali buscaba gallina para el caldo, Hu ha nan pillaba color con las copitas y de vez en cuando tomaba el rol de Clark Ching Kent para salvar a alguien en apuros y los juveniles se recreaban con los efectos que la bebida del ciervo tenía en McFly.
Dejamos que los malintencionados lectores completen la noche. Los aventureros de La Fábrica fueron dándole los últimos besitos a la copa (únicos besos que darían en la noche sabatina) y cada comando tomó su posición, la horizontal en la mayoría de los casos.
El 'comando polideportivo' apadrinado por Marcos abandonaba en último lugar 'La Fábrica', ante las súplicas de aquellos juveniles que, arrepentidos por no haber dejado el barco junto a Plumas, Koala y Amat horas antes, temían no saber el camino de vuelta y apuntaban la conveniencia del saco y la esterilla a esas intempestivas horas. El riesgo de llegar pasados de tiempo a la quedada con el autobús se disipó gracias a la cortesía del equipo anfitrión, que garantizó el despertar de los muchachos hortalinos con una sucesión de madrugadores partidos de fútbol sala que los dragones supieron agradecer, bien como espectadores o bien con una prórroga de su interrumpido descanso al raso.
El 'comando hostal' tuvo una suerte dispar. Los más precavidos volvían juntos por aquello de no perderse en el intríngulis de las calles albaceteñas. No todos tuvieron ese miedo. A Urki le asaltaban otras preocupaciones. El chico de las orejas calamar a la romana había celebrado con demasiado entusiasmo eso de no sufrir lesión alguna durante el campeonato. Lo que no sabía nuestro carismático tercera es que los torneos no acaban con la entrega de trofeo y aun le esperaba un verdadero calvario hasta llegar a la habitación del hostal. Ahí se tomo muy a pecho, más bien a estomago, aquello de tener como tótem a un dragón y expandió su fuego vomitivo en la habitación que compartía con Harpo y Juanan. Esta estampa sólo se pudo mejorar cuando Urkijo, sentado sobre las piernas que Cutrapali extendía en su propia cama, dijo: "¿Pero tú cuándo has llegado?". Esta frase sería el preludio de la cita que le acompañó durante todo el domingo: "Si estuviera peor, estaría muerto".
Y allí nos reencontramos. Los dragones son como los salmones, siempre vuelven al sitio de donde proceden, y a buen seguro (los veteranos lo pueden corroborar) el XV nació en una barra de bar. Por eso es allí donde los juveniles deben integrarse definitivamente en el grupo. En esta ocasión, el agraciado fue nuestro querido McFly, ahora en la reserva tras el cariño desmedido de Clark Li Kent en el entrenamiento. El bisoño 'scorer' fue premiado con la media aritmética que propuso Bodelón: diez ensayos son cinco chupitos. Y para digerirlos mejor, tres vueltecitas para cada lado; para bailarlos mejor. Pero mejor que contárolso, podéis ver la secuencia a continuación.
La noche no había hecho más que empezar. Mientras unos estrechaban lazos con nuestros amigos de Albacete, los juveniles dejaban volar sus feromonas para emparrarse con la baja espalda inverosímil de la RRPP de La Fábrica. El arte de empanarse es algo que practican mucho nuestros lozanos jugadores; pero ellos lo llaman concentrarse en otras cosas. Por otro lado, Villa comenzaba a hostigar a las féminas con escaso éxito. Si los juveniles son hormonas andantes, el maestro Villasante es como la reina 'slurm' que defeca chorros de hormonas con la intención de ahogar a cualquier chica distraída para llevársela al catre. Además, ni siquiera se preocupa de que la pareja/contrario de la susodicha sea el dueño del lugar, arbitro del torneo y quien te sirve las copas. Hasta Dora la Exploradora fue salpicada por sus artes (menos mal que es un personaje ducho en aquello de tratar todo tipo de bestias).
Sin embargo, la estrella del Kin Ball genera tanta rabia como cariño entre sus cercanos. De ahí que la revelación del torneo, Su-Borj o como se le llama por la noche Borja Manero, se ofreciera a desplegar todos sus bailes de apareamiento con la amiga del objetivo de Villa, una maniobra de cobertura tan inútil como generosa en cachondeo para el resto del equipo. Lo que no sabe esta dupla es que las flechas de Cupido no entienden de redes sociales de ligoteo o de estrategias amatorias. Fue Oti, Otilia Panza en la tierra de Don Quijote, quien le hiciera la cobertura al segunda palomero, para que ligara con un hombre que manifestó la atracción que le generaba diciendo: "Qué guapo es, me puede hacer lo que quiera, ya, ahora mismo si quiere".
Los más maduritos estaban a otra guerra. Bodelón movía su taburete en busca de una posición elevada que le permitiera divisar el comportamiento de la fauna hortalina. Y es que el egresado de la Mara Salvatrucha en Hortaleza no es tan macarra como hace ver con su aspecto, más bien hizo de renqueante Papá Pitufo al tanto de lo que hacían el resto de dragones. El otro amante de la tinta, Urki, inclumplía repetidamente con el binomio pinta-jäger la sentencia que compartió al inicio noche: "No voy a aguantar nada. Qué pronto voy a volver al hostal". Marcos, en su cruzada contra Coca-cola, se dio a la exótica mezcla del whisky con casera mientras buscaba espacio en el garito para su naturaleza revoltosa. La misma naturaleza que le ha dado dos metros de altura y hace que se le vea allá donde vaya. Pelut bastante tenía con lidiar con el pseudónimo que ocultaba, 'Osito' (es lo que tiene mezclar grupos). Este fue un verdadero motivo de alegría para Pastelito que por fin conseguía vengarse y compartir su desdicha de apodo con otros jugadores. Parece que las combinaciones de la linea para el año que viene serán de lo más extravagantes: Osito, Pastelito, Plumas, Magia... En otro rincón: Gonzalo sonreía a veces y poquito, 'Dosser Borracho' ponía en practica el baile Kárate Kit, Cutrápali buscaba gallina para el caldo, Hu ha nan pillaba color con las copitas y de vez en cuando tomaba el rol de Clark Ching Kent para salvar a alguien en apuros y los juveniles se recreaban con los efectos que la bebida del ciervo tenía en McFly.
Dejamos que los malintencionados lectores completen la noche. Los aventureros de La Fábrica fueron dándole los últimos besitos a la copa (únicos besos que darían en la noche sabatina) y cada comando tomó su posición, la horizontal en la mayoría de los casos.
El 'comando polideportivo' apadrinado por Marcos abandonaba en último lugar 'La Fábrica', ante las súplicas de aquellos juveniles que, arrepentidos por no haber dejado el barco junto a Plumas, Koala y Amat horas antes, temían no saber el camino de vuelta y apuntaban la conveniencia del saco y la esterilla a esas intempestivas horas. El riesgo de llegar pasados de tiempo a la quedada con el autobús se disipó gracias a la cortesía del equipo anfitrión, que garantizó el despertar de los muchachos hortalinos con una sucesión de madrugadores partidos de fútbol sala que los dragones supieron agradecer, bien como espectadores o bien con una prórroga de su interrumpido descanso al raso.
El 'comando hostal' tuvo una suerte dispar. Los más precavidos volvían juntos por aquello de no perderse en el intríngulis de las calles albaceteñas. No todos tuvieron ese miedo. A Urki le asaltaban otras preocupaciones. El chico de las orejas calamar a la romana había celebrado con demasiado entusiasmo eso de no sufrir lesión alguna durante el campeonato. Lo que no sabía nuestro carismático tercera es que los torneos no acaban con la entrega de trofeo y aun le esperaba un verdadero calvario hasta llegar a la habitación del hostal. Ahí se tomo muy a pecho, más bien a estomago, aquello de tener como tótem a un dragón y expandió su fuego vomitivo en la habitación que compartía con Harpo y Juanan. Esta estampa sólo se pudo mejorar cuando Urkijo, sentado sobre las piernas que Cutrapali extendía en su propia cama, dijo: "¿Pero tú cuándo has llegado?". Esta frase sería el preludio de la cita que le acompañó durante todo el domingo: "Si estuviera peor, estaría muerto".
"Tu madre es un autobús"
Pero quedaba todavía la guinda de Albacete. Si la ida estuvo embargada por una serena y placiente calma, la vuelta fue un continuo alboroto. Un jaleo que sólo se interrumpía ante la inminencia de una putada a aquel que se dejara llevar por los sueños de la resaca. El primero en padecer el castigo del despierto fue Pelut. Fue un error que este sujeto fuera el primero en dormirse, porque fue precisamente él sería el que cogiera el testigo de la jodienda, para dedicarse a putear a cualquiera que osara cerrar los ojos. De nada iba a ayudar ese pedazo de almuerzo al cual Cubo nos condujo, situado en una de esas carreteras propias de una road movie cañí. Con las bravas, calamares, morteruelo, la oreja y la cerveza en la barriga, la tripulación sólo pudo tomar dos caminos: el de domirse y ser puteado o el de putear y no dormir. Que se lo digan a Villa o a Amat...
Y así, entre besos en la nariz y caras pintadas de carmín, el viaje a Albacete se iba acabando. Pero el finde aun nos iba a dejar un par de hazañas más. Las que nos regaló un desatado Marcos cuando se le ocurrió llamar a los contactos femeninos de los juveniles para hacerse pasar por ellos y conseguirles cualquier cita. A este motivo también se prestó Tamara, nuestra improvisad adelegada se hizo pasar por una admiradora de Amat. Qué pena que Gonzalo no siguiera con la broma... Como guinda queda el intercambio de notas de voz con una jóvena, a partir de ese momento políglota, que dejó entrever su germanofobia al comentar: "que le pasa al del alemán, parece retrasado". Pero bueno, siempre se aprende algo nuevo. Ella aprendió a decir "tu madre es un autobús" en seis idiomas. Llegamos a Campo de las Naciones y cada uno volvió a sus tristes vidas con el calor pegajoso de la gran ciudad.
Por cierto... Ganamos el torneo, pero eso es lo de menos...
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