sábado, 30 de agosto de 2014

Rugby Championship 2014: Acto I


Afortunadamente para los aficionados al rugby el oval no deja de moverse ni un instante. Así, cuando la competición se da un respiro en Europa los rugbiers ponen su vista en el Hemisferio Sur, donde el Super Rugby primero y el Rugby Championship después coronan a los reyes en franquicias y selecciones en la mitad meridional del planeta. El primer título consagró a los Waratahs de Sydney, vencedores en una final no apta para cardíacos ante los Canterbury Crusaders, integrados por buena parte de la selección allblack. La oportunidad de revancha para los kiwis no se hizo esperar, ya que estas dos primeras semanas de competición depararon un doble enfrentamiento Australia-Nueva Zelanda. Miles de kilómetros más al Este, Argentina y Sudáfrica intercambiaban tarjetas de visita en sendos choques intercontinentales. Aquí os dejamos nuestras impresiones de la primera ronde de enfrentamientos:



El terror negro continúa intratable

Fuente: SANZAR 
Con mejor o peor fortuna (o estado de forma), los neozelandeses siguen siendo los amos del rugby mundial, y si su dominio no es realmente tan indiscutible ellos mismos se encargan de aparentarlo y hacérselo saber al resto de equipos. La carnicería wallaby en Eden Park (51-20) disipa cualquier atisbo de duda que pudiera haber dejado el empate con el que se inició el torneo (12-12) y otorga a Nueva Zelanda el cartel de favorito para revalidar su título de campeón. No importó que no controlaran el oval en ambos partidos ni que se vieran superados en el primero. Los ensayos al contragolpe nos recuerdan a todos que son los número uno a la hora de provocar el fallo del rival tras aguantar sus embestidas y que no hay ataque más letal que el suyo. El ‘pinchazo’ en tierras australianas habla más de su capacidad para salir airoso de situaciones desfavorables (dos inferioridades en campo rival en un día poco afortunado en ataque) y de la inteligencia de sus directores de juego (escandalosamente acertado Aaron Smith) que de una bajada de nivel. En el segundo envite reaccionaron con fiereza ante la temprana ventaja australiana (0-3) y a otra nueva y temprana inferioridad (en esta ocasión de su capitán Richie McCaw) para arrinconar al rival hasta noquearlo por aplastamiento (44-6 con 20 minutos aún por disputarse). Un ensayo de castigo por una melé con ruedas y sin frenos y dos incontestables mauls tras sendos saques de lateral terminaron por dinamitar la resistencia de los australianos, que en un arrebato final consiguieron salir con la cabeza alta a razón de dos ensayos postreros.


Los misterios de Australia

Fuente: SANZAR 
Si los All Blacks son la cara de este primer acto de la competición, la cruz recae inevitablemente en Australia. Su estrepitosa derrota en Auckland borró de un plumazo la satisfacción por haber truncado la victoriosa racha de sus vecinos al otro lado del Mar de Tasmania. Las credenciales de Australia para este torneo no podían ser más favorables, habiéndose proclamado un equipo suyo campeón del Super Rugby y con otra escuadra australiana, ACT Brumbies, destronando al vigente campeón (Waikato Chiefs, otro kiwi) para acabar resultando semifinalista. Con la pareja de medios de los Reds (Will Genia y Quade Cooper) fuera de combate por lesión, el seleccionador aussie Ewan McEnzie no dudó en poner al mando a los timoneles de los dos mejores equipos. La sorpresa fue que ignorara a sus dos aperturas (Toomua, de los Brumbies, desplazado a primer centro, y Bernard Foley, de los campeones Waratahs y máximo anotador de la competición, relegado al banquillo) para ‘colgar’ el ‘10’ en la espalda de un recuperado Kurtley Beale. Para rizar el rizo, el juego de Beale ha recuperado el brillo desde que su entrenador en los Tahs lo situara… sí, de centro.

No es de extrañar, pues, que la dirección en el juego wallaby estuviera un tanto oxidada y que faltara cierta fluidez a la hora de lanzar a sus misiles de la tres cuartos. Una de ellas, Israel Folau, es la gran noticia para Australia en lo que va de torneo, ya que no se avista en el panorama mundial un jugador tan dominante físicamente y con su capacidad para sembrar el caos en las defensas rivales. Otra cosa es que cuente oportunidades y apoyo para traducirlo en puntos. Nueva Zelanda, por ejemplo, empezó a matar el segundo partido a raíz de una galopada de Folau que acabó en un error australiano y un contragolpe letal de los de negro. Más sólidos en el primer choque, los australianos empezaron el torneo desaprovechando su superioridad en los momentos decisivos del encuentro y acabaron naufragando en la tormenta allblack del segundo entre errores propios y el aplastamiento de la delantera kiwi. Con todo, los australianos disputaron el balón y no se mueven en aguas tan distantes como hace pensar el marcador. Armas tienen para competir. Sólo les queda rehacerse y demostrarlo.


Deberes para Argentina: Aprender a ganar

Fuente: SANZAR 
La obsesión por la primera victoria en el Rugby Championship protagoniza la lectura acerca de la selección argentina. Los Pumas nunca han ganado desde que se integró en el torneo y tan sólo un empate en casa frente a Sudáfrica en la primera edición endulza el rosco de su casillero. Pese a todo, nadie duda de que Argentina es capaz de batir a cualquiera de los tres conjuntos y en este doble enfrentamiento ante Sudáfrica han vuelto a demostrar su potencial con un interés añadido. Y es que a pesar de seguir contando con los agrupamientos en delantera como mejor arma (su dominio en melé sacó los colores a los Springboks) los argentinos se revelaron por vez primera como un auténtico equipo del Hemisferio Sur, asumiendo más riesgos a la mano, mayor verticalidad y dinamismo a base de descargas y balones hasta el ala a merced de la frescura de su apertura Nicolás Sánchez y sus dos incansables medios, Landajo y Cubelli. En los centros, el incombustible ‘Celo’ Bosch formó junto a un recuperado Juan Martín Hernández, quien pudo aportar por fin aquello que se espera de él y que por lesión o baja forma no ha podido sumar en los Pumas en los últimos tiempos. Las buenas noticias en la línea argentina no acaban ahí debido al enorme estado de forma de su zaguero Joaquín Tuculet y a la llegada del joven ala Manuel Montero.

Argentina tuvo en su mano los dos partidos frente a Sudáfrica. El primero lo perdió bajo el granizo de Pretoria por un despiste defensivo que les costó un ensayo en el primer minuto de juego y ante el cual no lograron sobreponerse, y en el segundo lideraron durante gran parte del partido (ventaja de 12 puntos en la segunda mitad incluida) para acabar ahogados en la orilla por un golpe de castigo firmado por Morné Steyn. Los Pumas superaron a los africanos en prácticamente todas las facetas del juego. En todas menos en la efectividad de los saques de lateral (77% frente a 92%), el placaje (78% a 82%) y los lanzamientos a palos (63% a un inmaculado 100% de efectividad bokke). Por ahí se les escapó el partido a los sudamericanos, aunque con esa estadística hubiera sido posible vencer de haber sabido cerrar definitivamente el partido. Una cuestión que atiende más a razones psicológicas que a cualquier otra (como ellos mismos han llegado a reconocer) y que esperan disipar al alcanzar el ansiado primer triunfo.


Dudas, sufrimiento… y pese a todo, líderes

Fuente: SANZAR 
Paradójicamente, el equipo que menos interés parece generar de los cuatro es el que lidera esa invisible y aparentemente intrascendente clasificación del torneo. Sudáfrica saldó sus duelos con Argentina con dos sufridas victorias (especialmente la segunda) y encara la siguiente fase de la competición (que le conducirá a sus dos compromisos en Oceanía, ante Australia primero y Nueva Zelanda después) con no pocas dudas sobre su rendimiento. Precisamente las dudas son malas compañeras de viaje para esta pequeña gira donde se espera ver el verdadero potencial de los de verde y oro. Hasta el momento los de Heyneke Meyer se han servido de las viejas armas que han caracterizado a la selección sudafricana en los últimos años: una defensa seria y contundente en el placaje, una touch sobria y solvente (resistente al relevo generacional), una constante fiabilidad de cara a los tres palos y un instinto asesino y oportunista que condena al rival a pagar muy caro cualquier descuido (los Pumas bien pueden dar fe de ello tanto en el primero como en el segundo partido). En definitivas cuentas, siguen conservando el carácter de un equipo ganador.

Sin embargo, se pone en duda el verdadero nivel de estos Springboks, sin ninguna de sus figuras en un destacado estado de forma y con incógnitas sobrevolando algunas posiciones, amén de las combinaciones que Meyer ha aprovechado para introducir con vistas al Mundial que se celebrará el próximo año en Inglaterra. Victor Matfield y Bakkies Botha son ahora complementos en una segunda línea de la que ahora son dueños el ‘bonachón’ de Jager y el altanero y macarra Etzebeth; Marcel Coetzee se asienta como hombre para todo en la tercera, y el equipo se encomienda al apertura que está llamado a dirigir a los Springboks en 2015, Handré Pollard. Al declarado mejor jugador joven del mundo por la IRB se le ha visto un tanto ‘verde’ a la hora de marcar los tiempos del partido y mover a los suyos, aunque con el pie se ha mostrado intratable y parece contar con el apoyo de su seleccionador. Un ‘afinamiento’ de sus piezas más importantes, la recuperación de una delantera con el orgullo herido tras haber sido avasallada en Salta y el mayor acoplamiento y confianza que pueden haber dado las dos victorias serán posiblemente las claves para que Sudáfrica acabe la gira con posibilidades de llevarse el torneo. Porque aunque el sentido común (y cualquier punto de vista) dé como favorito a los All Blacks los bokke ya han visto tropezar a los de negro en Sydney y seguramente se relamieran viendo a los kiwis vulnerables y sudando la gota gorda ante los australianos. Aun perdiendo en Wellington les bastaría con resolver sus compromisos contra Australia en las mismas condiciones que Nueva Zelanda ante Argentina para llegar en mejores condiciones al partido final. Y allí, en el Ellis Park de Johannesburgo, podrían servirse la revancha del pasado año y ofrecer a los aficionados otra épica batalla con la que rubricar de nuevo la guerra por el dominio del Hemisferio Sur.

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