¡Y la tierra tembló! El fuego y el viento derribaron a aquellos gigantes y arrojaron sus cuerpos a las aguas. Pero, en su ira, los dioses se olvidaron el secreto del acero en el campo de batalla. Nosotros lo encontramos. Solo somos hombres. Ni dioses, ni gigantes: solo hombres.
Conan el Bárbaro (John Milius, 1982)